Economía

La columna de Piggo: quincena para principiantes

Si supiéramos cómo usarla mejor, probablemente nos rendiría más y dejaríamos de quejarnos de que nunca nos alcanza

La quincena es un tema que nos interesa a todos por obvias razones, tanto que, para muchos, son los días más felices del mes, si no pregúntenme.

Siendo tan importante en nuestras vidas, ¿por qué nadie se tomó la molestia de explicarnos cómo usarla? Por eso, simplemente llega y se va, a veces más fácil y rápido de lo que pensamos.

Si supiéramos cómo usarla mejor, probablemente nos rendiría más y dejaríamos de quejarnos de que nunca nos alcanza para nada.

¿Cómo empezamos? Con dos sencillas reglas: la primera, aunque te suene obvio: saber exactamente cuánto te pagan –no aproximadamente–. No te imaginas el número de personas que desconocen esta cifra. Así que, si tienes duda, sal de ella ahora mismo.

Esto te permitirá saber de cuánto dispones para, por fin, olvidarte ‘del más o menos me gasto tanto de lo que gano’.

Segundo, establece prioridades: concéntrate en lo urgente. Igual que en la chamba, en la vida hay cosas que necesitan resolverse primero para que al final del día no nos salgan más caras.

A qué nos referimos con lo urgente: Ahorrar, pagar deudas y apartar lo que necesitas para vivir.

¿Ahorrar primero? Claro, si lo dejas hasta el final nunca lo vas a hacer. 

Lo mismo pasa con las deudas, tenemos que buscar salir de ellas lo más rápido posible. Por eso, aunque nos duela, hay que hacer los ajustes necesarios en nuestra cartera para pagar más allá del mínimo.

Por último, pensar en lo que necesitas para vivir. Sí, puede sonar demasiado amplio, así que ponlo de esta manera: la renta, lo de la comida, lo del transporte, etc.

 

Momentos de iluminación

Aunque estos sencillos preceptos nos ayudan a entender qué le hacemos al dinero, la cosa no termina ahí.

Porque viene el choque con la realidad. Pues pasa que ¡zaz!, el día 13, nuestra tarjeta está vacía y buscamos en las bolsas de los sacos, camisas y demás para ver si de casualidad hay un billetito que se salvó de nosotros.

– “¿Qué pasó? Si lo estaba haciendo bien pero… ¡Ah! Ya me acordé”.

En ese momento te das cuenta de que se te hizo fácil comprar algo y darte un gustito simplemente porque tenías saldo en la tarjeta. Y no una vez, sino varias. 

Son esas acciones no planeadas las que al final nos dejan a medio camino. Así que detéctalas, no ahorita, pero sí poco a poco para que empieces a disfrutar más de tu quincena y de tu vida.

Gracias. Hasta la próxima.

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