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Carla Morrison quiere ser como Shakira


La abanderada del «indie» mexicano Carla Morrison se enjuga las lágrimas derramadas en su anterior disco, «Déjenme llorar» (2012), con el que ganó dos Grammy Latinos, y en su nuevo álbum, «Amor supremo», recupera el mensaje que la llevó a la música, uno de valentía que no teme confesar sus modelos a seguir.

«Yo quiero ser fuerte como Shakira», asegura en una entrevista con Efe esta compositora e intérprete, quien se reconoce seducida por las letras y la capacidad de la colombiana para evolucionar del rock crudo a la sensualidad siguiendo sus propias directrices, igual que «en algún momento» también la inspiraron Gustavo Ceratti o Ricky Martin.

Protagonista mañana del DCODE Festival de Madrid, Morrison (Tecate, 1986) vuelve a revelarse así como una autora muy personal. «Siempre he querido decir lo que otra gente no tiene el valor de decir, ser la que no tiene miedo de ser quien es y darle ese arma a los chicos y chicas que me siguen», afirma.

Durante un tiempo, no obstante, le costó recordarlo. «Estaba como muy deprimida, porque, aunque me había ido muy bien con ‘Déjenme llorar’, no estaba acostumbrada a tanta atención. Había olvidado mi bandera, el mensaje que quería proyectar», reconoce.

Tras una larguísima gira, se tomó un tiempo y dejó la Ciudad de México, donde actualmente reside, rumbo «a casa», a las playas de Tijuana, en Baja California, con las mañanas libres para caminar por el mar y volver «a la raíz», a las razones de por qué luchaba por la música.

«Creo que en México somos un poco cabizbajos y que desde la era de la Conquista tenemos esa idea de que alguien va a venir a salvarnos. No es así, uno crea su propia realidad. Para mí ha sido así como artista independiente, he tenido que crear mis sueños», afirma, ya convencida de que «la palabra tiene un gran poder sobre la gente».

Ahí se empezó a armar el concepto del nuevo disco, «Amor supremo», para el que había reunido nada menos que 30 canciones, con numerosas influencias.

«No quería hacer otro disco de guitarra y voz y que siempre se me relacionara con eso, con que la triste y dolorosa», explica la cantante de voz dulce sobre las razones que inclinaron el peso instrumental del álbum más hacia los sintetizadores.

Temáticamente, mientras que en sus discos previos siempre hablaba del principio del final de una relación, aquí se centra más bien en la parte central de una relación larga, «del proceso de negociación que se establece con la otra parte».

«Mis canciones son como confesiones. Hablo de cosas que, contadas a un amigo, sonarían muy fuertes, pero que cantadas, arropadas por la música, se reciben mejor, con un ‘esto también me pasa a mí'», opina.

Al DCODE de Madrid llegará tras haber participado en uno de los festivales más importantes del mundo, Coachella, en EU, todo un logro para un artista independiente, latino y, además, mujer.

«No hay límites. Si los hay, son mentales. Me encanta ser parte del sector ‘indie’, pero también me gustaría serlo de otros sectores. Lo que venga a mi vida, si tiene congruencia con mi mensaje, lo voy a aceptar. Esa es la parte de ‘indie’ que me gusta, la de la independencia, y no hacer cosas por quedar bien», comenta.

Morrison forma parte de una hornada femenina cada vez más potente y con mayor presencia en la música, integrada también por Javiera Mena, Francisca Valenzuela o su compatriota Natalia Lafourcade.

«Las mujeres -dice- somos valientes desde hace mucho, pero no habíamos tenido el apoyo de los hombres, que ahora se dan cuenta de que hacemos un trabajo muy valioso. Creo que durante mucho tiempo se nos reprimió, pero las ganas de hacer cosas ya estaban ahí». 

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