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Artesanías y juguetes, presentes para dar el Grito

Festejar el Grito de Independencia es liberar el sentimiento que hace vibrar a los mexicanos, recordar a los héroes patrios, ponerse ropa típica y portar un sombrero; degustar platillos como el pozole, la birria o los chiles en nogada; escuchar música vernácula, girar con vigor una matraca y gritar “¡Viva México!”.

La algarabía que contagia a los mexicanos para celebrar las Fiestas Patrias va acompañada del ruido que generan las matracas, cornetas, silbatos y del espectáculo de luces que despliegan los juegos pirotécnicos.

La matraca es uno de los juguetes más populares y tradicionales de la cultura mexicana, presente en las festividades nacionales. Un juguete artesanal de madera de pino o roble que se resiste a desaparecer y mantiene una férrea lucha al lado de las banderas, confeti, papel picado, cascarones de huevo rellenos de harina, sombreros de palma, rehiletes y espadas que se venden para alegrar la fiesta del 15 de septiembre.

Estos productos han tenido que soportar la embestida de los que se elaboran con plástico y de algunos que han incursionado como novedad, como el gis tricolor para pintarse la cara, la espuma o la serpentina en spray, pelucas con estridentes colores y los cohetes de origen chino.

Pero la creatividad e ingenio de los artesanos mexicanos en cada pieza que elaboran y decoran con la intensidad de los colores verde, blanco y rojo, sobresale del tono opaco que pueden presentar los fabricados en plástico.

La tradición de los juguetes artesanales ha permitido que generaciones de niños se diviertan con la magia e imaginación que despiertan los objetos hechos con madera, hojalata y barro. En madera la variedad es amplia, como los trompos, pirinolas, baleros, caballitos, soldaditos, carritos, futbolitos, avioncitos, boxeadores, rifles, pistolas, sillas, mesitas, guitarras, flautas, matracas, entre otros.

La producción de juguetes de madera es característica de los estados de México, Michoacán, Puebla, Jalisco y Aguascalientes. El “traca, traca” de la matraca por años estuvo presente en eventos deportivos: era un instrumento imprescindible en las porras de los equipos de futbol tanto en un partido de torneo como en el clásico América-Guadalajara, y por supuesto en finales de campeonato.

Ahora solo se escuchan los cánticos y tambores de las llamadas “barras” en los estadios. Además, su sonido grave y estridente formó parte de innumerables campañas y mítines de políticos que buscaban un cargo de elección popular.

En Semana Santa, luego de la solemnidad durante el periodo reflexivo, el Sábado de Gloria aparecen las matracas de madera y las sonajas de hojalata, así como los judas de cartón que al estallar alejan la angustiante monotonía del periodo de luto y hacen patente la alegría por la resurrección.

La fiesta septembrina inicia como cada año con la presencia de los tradicionales carritos movibles llenos de artículos patrios que recorren las calles de la Ciudad de México. Sólo en el Centro Histórico, el Gobierno del Distrito Federal tiene registrados 170 puestos, más los que se colocan en delegaciones, parques y centros comerciales, que conforme a los permisos terminan sus ventas el 16 de septiembre.

El señor Lucio González, proveniente de Temoaya, Estado de México, señala que las ventas han estado flojas pero confía que en los días que restan antes del 15 mejoren y salga “a mano” con la inversión.

“El 80 por ciento de los artículos como banderas, matracas de madera, sombreros, ropa, cornetas, los traemos de Toluca y el 20 por ciento los compramos aquí, en el centro”.

Con más de nueve años vendiendo en esta temporada, explica que en los primeros días de septiembre siempre se venden más las banderas, los adornos para casa y coches, y ya cuando se acerca la fecha del festejo la gente busca pelucas, bigotes, pulseras, pestañaas, moños, aretes. “les gusta disfrazarse, ponerse ropa mexicana y colgarse algo”.

Reconoce que la entrada de productos chinos ha generado una competencia que afecta al mercado nacional pero, subraya, son desechables, de menor calidad con respecto a los que elaboran artesanos mexicanos.

“Esto propicia que baje la producción de artesanías porque se venden más juguetes de plástico o chinos. Esta disminución se empezó a dar de los 90 a la fecha”, indicó Lucio, quien con su carrito movible recorre los portales que circundan la plancha del Zócalo capitalino.

En el cruce de Francisco I Madero e Isabel La Católica, Pedro Graciano señala que “lo mexicano, es lo mexicano” y la gente no se equivoca cuando los busca para celebrar las fiestas. “Hay gente que busca los productos mexicanos, se molestan si son chinos.

Los precios que yo manejo van desde 10 pesos con un “pin” que tiene el escudo nacional, hasta 300 pesos que cuesta una bandera”, apuntó. Con 10 años de experiencia en la celebración, Graciano dice que el 15 de septiembre trabaja de 10 de la mañana a 11 de la noche, “trabajar más tarde es exponerse, porque luego pasa la gente ya alegre y se llevan las cosas sin pagar”.

Asegura que la tradición de esta fecha no se está perdiendo, el problema es que es más la gente que pregunta por el precio de las banderas o sombreros, que la que compra. “La gente tiene ánimo de comprar, pero por su economía lo piensan”.

Julián Celestino Fabián, también oriundo de Toluca, señala que la gente compra silbatos, cornetas, matracas, todo lo que haga ruido y más si son hechos en México. “Las banderas las traemos de San Pedro Totoltepec y Jilotzingo, municipios del Estado de México, donde son especialistas en hacerlas de todos tamaños”.

Preocupado por los ingresos que lleva de las ventas, Fabián explica que debe rebasar los 15 mil pesos de inversión en los diferentes artículos, el permiso de tres mil pesos de las autoridades capitalinas, los alimentos y hospedaje; ya que se queda en Naucalpan, para no trasladarse hasta su lugar de residencia en Toluca. “Todo se termina el 16 de septiembre, tengo confianza de cerrar bien.

La gente ya no compra como antes, lo piensa más pero son los últimos días y esperamos que para festejar la fecha se animen a comprar de último momento. Hay que mantener la tradición con algún detalle muy mexicano”, agregó.

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