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ALF fue una exitosa serie televisiva estadounidense que relataba la vida de un extraterrestre que llegaba a la tierra en búsqueda de un lugar para vivir y se instalaba con la familia Tanner, compuesta por los padres Willie y Kate, y los hijos Lynn y Brian.
El extraño protagonista, similar a la de un oso hormiguero, despertaba continuamente la curiosidad de los televidentes que, capítulo tras capítulo se preguntaban sobre el secreto del personaje mitad humano, mitad alienígena.
El nombre de ALF significaba “Alien Life Form” (forma de vida alienígena) y es por eso que sus travesuras y delirios desencajaban con la vida y las costumbres humanas.
Sus intentos por amoldarse como uno más de la familia y el vecindario fueron el hilo conductor del éxito de la serie. Se estrenó en Estados Unidos en 1987, pero tuvo su mayor gloria con sus repeticiones en España y países de Latinoamérica. Su característica frase: “No hay problema” se convirtió en un clásico de la televisión.
“El secreto” queda descubierto
Detrás de escena siempre se dijo que ALF fue una serie muy complicada de realizar. Las filmaciones llevaban horas y horas para lograr completarse, ya que todo se realizaba en forma manual con muy pocos efectos especiales. La figura principal era el personaje del alienígena y hacerlo “encajar” en las escenas resultaba un desafío.
Durante años varios mitos intentaron descubrir qué o quién hacía el papel de ALF. Lo cierto es que era nada más, y nada menos, que una marioneta manejada por varios ayudantes que movían las partes del cuerpo del muñeco para darle vida. Esa es la razón por la cual este aclamado personaje siempre aparecía sentado, o sólo mostraba la parte superior de su figura, o los pies, y casi nunca aparecía de cuerpo completo.
Aunque muchos recordarán escenas al azar en las que se veían la anatomía completa del extraterrestre: para estas tomas contraban a un actor húngaro llamado Mihaly “Michu” Meszaros, que se destacaba por medir 83 centímetros y que tenía un traje especial para hacer de ALF.
Las grandiosas manos detrás del personaje
Paul Fusco era el principal titiritero: utilizaba una mano para controlar la boca de ALF y la otra para uno de sus brazos. Lisa Buckley manejaba el otro brazo, y Bob Farppiano controlaba los movimientos faciales y de orejas con un control remoto. Los tres trabajaron en conjunto para hacer los movimientos del personaje creíbles y fluidos. En su versión original su voz la realizaba Paul Fusco, y sus traducciones al español las hacía el actor Gonzalo Henríquez Albornoz.
Aunque los creadores y los protagonistas nunca creyeron que fuera a tener éxito, la serie tuvo cuatro temporadas, y cautivó fanáticos en todo el mundo.
Se cree que la curiosidad que despertaba el saber qué o quién estaba dentro del traje de ALF fue algo que incentivó a que su popularidad creciera año tras año.
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