0 of 13
FOTOS: Los “destacados” en la alfombra roja del Festival de Venecia
NOTA: Monica Bellucci se desnuda a los 47 años
Italiana hasta la médula, con el carácter que se le presume y mucho más delgada que en pantalla, Mónica Bellucci se muestra orgullosa de sus 47 años y de ir hacia un momento de su vida en el que la belleza no lo es todo. “Me siento libre”, afirma rotunda.
Aparentemente ajena a la mala acogida en el Festival de Venecia a su última película, “Un été brûlant”, del francés Philippe Garrel, Bellucci habla de su estado personal y de sus proyectos futuros con un reducido grupo de medios de comunicación, entre ellos Efe.
Vestida impecable con traje de chaqueta negro, Bellucci presume de sus hijas -Deva, de seis años y Léonie, de uno-, de marido -el francés Vincent Cassel-, de proyectos -especialmente de uno con el realizador iraní Bahman Ghobadi- y de su condición de italiana.
“Tengo una carrera atípica pero me siento muy italiana. De Italia viene mi educación. He dado a luz a mis hijas en Italia, estoy muy unida a mi país. Pero al mismo tiempo es genial para mí poder hacer películas italianas, americanas o francesas”, explica pausadamente.
Muy tranquila y segura de sí misma, Bellucci se muestra seductora con los periodistas después de haber establecido mucho más seria que en la entrevista no se mezclan idiomas -“no quiero tener que repetir dos veces”, puntualiza-.
Encantada con los piropos -“¡Gracias por destacar mi belleza a los 47!”-, la italiana relativiza la importancia del aspecto exterior, una postura habitual de quien se sabe espectacularmente guapa.
“No considero la belleza como si fuera un peso, no es un peso ser guapa. Es algo que va a pasar, que se pasa con el tiempo. La belleza de la juventud se va a acabar en un momento y luego llega otra”.
Ahora, agrega, “estoy tan feliz de ir hacia otro momento de mi vida en el que no tenga que estar más pendiente de mi belleza. Me siento libre, es como si me quitara una máscara”.
Y cuenta divertida cómo solo unos meses antes de comenzar el rodaje de la película de Garrel tuvo su segunda hija. “Estaba interpretando a alguien peligrosamente sexy y al mismo tiempo estaba amamantando a mi bebé cada dos horas”, comenta.
Algo que demuestra, resalta, su generosidad como actriz con una película en la que sale desnuda, una desnudez que califica de “maravillosa”. “Las mujeres tenemos miedo a mostrar nuestro cuerpo en esa situación”, poco después de tener un hijo, puntualiza, pero para la actriz eso es algo “romántico y poético”.
“Es maravilloso porque no es perfecto. Es más humano, más conmovedor ese tipo de desnudo”, agrega.
Un hecho natural que forma parte de su vida, que a su vez está condicionada por el cine. Pero trata de que ambas facetas no se estorben. “Viajo con mis hijas la mayor parte del tiempo. me gusta la posibilidad de mezclar familia y trabajo”, señala.
Lo que resulta más fácil de combinar cuando sus proyectos coinciden con los de su marido, lo que les permite hasta vivir juntos, una situación no del todo habitual en sus vidas.
“Ahora -dice- tenemos varios proyectos juntos de nuevo y estamos muy felices de trabajar juntos porque hacía ya mucho tiempo que no lo hacíamos. Es más fácil. Tenemos hasta un apartamento en Inglaterra”.
Y aunque no quiere hablar de su marido, se compara a sí misma con el personaje que interpreta en el filme de Garrel y afirma: “Estoy enamorada pero no soy una loca”.
“Algunas veces soy víctima de la pasión y eso es doloroso pero al mismo tiempo te hace sentir viva”, afirma.
Un papel al que seguirá su participación en la próxima película de Bahman Gobadhi (“Turtles can fly”), que se ha rodado durante dos meses en Estambul.
Una historia de amor que se desarrolla antes y después de la revolución iraní y que ha resultado muy interesante de realizar ya que interpreta dos fases de edad del mismo personaje, que en la más adulta tiene como pareja a su marido en la vida real.
Un filme muy enriquecedor para la actriz por la posibilidad añadida de trabajar con gente de Teherán. “Son tan frescos, tan curiosos. Fue como rodar con un director italiano de después de la guerra. Algo parecido a ‘La dolce vita"”, considera Bellucci.
Proyecto que no considera menor ni un acto de generosidad hacia un tipo de cine independiente.
“Se trata de trabajar con gente con talento como Bahman Gobadhi. La calidad de una película no tienen que ver con el presupuesto. Es una cuestión de arte, no de dinero”, asegura convencida.
EFE