Los escotes se cubrían con telas, las piernas desnudas se tapaban con faldas y las espaldas descubiertas se retocaban con bonitos chales, todo con tal de preservar la moral de los ciudadanos. Así obraban los censores franquistas encargados de convertir el séptimo arte en un entretenimiento digno.
La Junta Censora cercenó, durante 40 años, la creatividad de dibujantes y artistas, obligados a rehacer ilustraciones, tebeos, catálogos, fotogramas, postales o noticias de prensa que mostraran demasiada carne, escenas de desatada pasión o roles sociales que cuestionaran los irrebatibles cánones impuestos porFranco.
El estereotipo de mujer cuyo destino existencial no podía ir más allá de ser madre y esposa se mantuvo en el ideario franquista, y ese retrato machista se transmitía en las películas. Sin embargo, la producción extranjera no se atenía a este impuesto cliché, así que ante la presencia de canalillos, posturas insinuantes ybiquinis de dos piezas los censores ponían en marcha su faceta de modistos.
Las bonitas piernas de la exuberante Ivonne De Carlo en el programa de mano de “Chacales del Mar” (1952) aparecen tapadas con una amplia falda con volantes en la versión española, para restar impudicia a la escena; parecido retoque sufrió Lana Turner en “El hijo pródigo” (1955), donde los censores manipularon la publicidad de la película cambiando la sensual pose de la actriz americana.
VESTIR LA BELLEZA
Temas como la prostitución o el divorcio eran acallados en todas las cintas, y el erotismo debía de ser sutil. Tanto que los españoles tuvieron que echarle imaginación para completar aquellas partes de Marylin Monroe, Raquel Welch, Brigitte Bardot, Ava Gardner o Rita Hayworth que los censores tapaban con metros y metros de tela.
En ocasiones, hasta se ponían creativos y experimentaban con el color o con la confección de las prendas “para adecuarlos a los gustos de la sociedad española”, según se justificaban.
Esta vocación encubierta de los censores por la costura se aprecia, por ejemplo, en el programa de mano de “Dos pasiones y un amor” (1956), en la que aSara Montiel le suben el escote, cubren los hombros de Joan Fontaine y ya de paso les cambian los tonos de sus vestidos sin aparente motivo.
Los artistas por fin respiraban y, en la época del destape que aconteció con la Transición, se vengarían secretamente de esos largos años de silencio, de persecución y de capas de tela de más, con desnudos integrales , pezones al aire y mucho humor
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