Un tribunal chino condenó el domingo a cadena perpetua a Bo Xilai, tras declararlo culpable de corrupción, enterrando la carrera de uno de los políticos más destacados y prometedores de China y poniendo fin a un escándalo que expuso un asesinato y el enriquecimiento ilícito entre la élite del país.
El ex miembro del Buró Político y ex primer secretario del Partido Comunista de la ciudad de Chongqing fue condenado por aceptar sobornos, malversación y abuso de poder.
La caída de Bo comenzó cuando su esposa asesinó por envenenamiento a un empresario británico a fines de 2011. Posteriormente el jefe de policía de su ciudad solicitó infructuosamente asilo político en el consulado estadounidense, alegando que tenía información sobre el caso. Bo fue investigado más tarde por corrupción.
El caso de Bo también fue considerado ampliamente como uno de persecución política y un indicio de que los líderes del país se habían vuelto contra el carismático político populista.
Bo, con el cabello cortado y con una camisa blanca, se puso de pie para escuchar el veredicto. El Tribunal Popular Intermedio de Jinan sentenció a Bo a cadena perpetua por los cargos de sobornos, 15 años por malversación y siete años por abuso de poder.
El Tribunal Popular Intermedio de Jinan privó a Bo de sus derechos políticos de por vida y confiscó todos sus bienes personales. Aunque Bo podría apelar el veredicto, se esperaba que tenga pocas posibilidades de éxito.
“Es una sentencia de muerte política para él”, dijo Dali Yang, un politólogo de la Universidad de Chicago. “Mientras permanezcan las circunstancias actuales, no podrá volver”, agregó.
A pesar de los temores de disturbios públicos o de luchas políticas internas de parte de partidarios de Bo dentro de la dirección del partido, no hubo mucho respaldo público a Bo, ya sea dentro del Partido Comunista o entre la ciudadanía, a pesar de que sigue siendo popular entre muchos chinos.
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