Un día antes de su ejecución, desde la celda en la que se preparaba para la muerte, el mexicano Edgar Tamayo escribió una carta en la que pedía apoyo para los compatriotas que esperan su destino en el Pabellón de la Muerte en Texas.
“Agradezco su buena intención a quienes me apoyaron. Y ojalá lo sigan haciendo con mis compañeros”, dice Tamayo en su carta enviada a la Agencia EFE en El Paso, Texas.
La carta está fechada el 21 de enero, un día antes de su ejecución, y en ella pide que se exija al Consulado de México en Houston que vele por las necesidades de los hombres que se encuentran en el corredor de la muerte y de sus familias, “sin esperar a que tengan una fecha de ejecución para intervenir”.
Edgar Tamayo fue ejecutado un día después, el 22 de enero. El mexicano fue encaminado a la Cámara de la Muerte a las 21.05 horas, tres horas después de lo programado e inmediatamente después de que la Corte Suprema de Justicia rechazara el último recurso pendiente, y fue declarado muerto a las 21.32, hora local.
La Corte Suprema falló esa noche que no había mecanismos legales para obligar a Texas a dar cumplimiento al “Fallo Avena” de la Corte Internacional de Justicia, que ordenaba a Estados Unidos revisar los casos de 51 mexicanos en pena de muerte, incluyendo el de Tamayo Arias, antes de pensar en ejecutarlos.
Tamayo, condenado a la pena capital por el asesinato del policía Giy Gaddis en 1994, en Houston (Texas), decidió días antes de la ejecución que no quería testigos, y también declinó decir unas últimas palabras antes de morir.
“De testigos no quiero a nadie, eso es muy feo, pregúntale a Sandra (su abogada) como se siente ser testigo. Yo quiero que me recuerden todos contento, y como dice la canción de Pepe Aguilar, RECUÉRDAME BONITO y no acostado y atado como perro, y no quiero que nadie me mire así, ni siquiera mis abogadas”, expresa en su misiva.
“No voy a contestar todas mis cartas. Ya no tengo tiempo. Si acaso perdemos, por ahí déjales saber a quienes me apoyaron que les doy las gracias, y que me perdonen por no haber contestado, pero no hay nada que hacer.. ya no hay tiempo, por lo pronto me despido de ti”, continúa Tamayo en su carta.
Termina con un pensamiento: “Sé que los designios de Dios son misteriosos, pero a veces me gustaría que nos ayudara a entenderlos un poco más”, dice el preso, quien añade que su experiencia en el corredor de la muerte “no puede entenderse desde la lógica humana, pero yo sé que tiene un plan maestro y sé que algo bueno puede venir de lo que vemos como malo. Pero aun así”.
La defensa de Tamayo se basó en la violación a su Derecho a la Notificación Consular, contemplada en la Convención de Viena de 1963, ya que no fue informado al momento de su arresto de su derecho a contactar al Consulado de su país para buscar asesoría, así como en el Fallo Avena.
Actualmente hay 12 mexicanos más condenados a muerte en Texas. Uno de ellos, Ramiro Hernández-Llamas, de Nuevo Laredo, cuenta con fecha de ejecución para el próximo 9 de abril. El mexicano fue sentenciado por el asesinato en 1997 de un ranchero en Kerrville, Texas, y por abusar sexualmente después de la esposa de su víctima.
La siguiente ejecución, de las 8 programadas actualmente en Texas para el 2014, es la de Suzanne Basso, de 59 años de edad, originaria de Nueva York, y acusada de asesinar en 1998 a un hombre con retraso mental al que cuidaba, para cobrar los beneficios de su seguro de vida en Houston, Texas.
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