El puñetazo que un joven de 17 años propinó al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, tra al recuerdo colectivo los casos de otros políticos que han sido agredidos por inconformes.
Uno de los más famosos es el del periodista iraquí Muntazer al Ziadi, quien lanzó un zapato al entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Al frente del evento se encontraba el primer ministro iraquí Nuri Al Maliki, quien ayudo a Bush a esquivar el ataque.
Otro caso muy sonado fue el ataque en 2009 al ex primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, a quien durante un mitin le lanzaron una estatuilla de plástico y yeso de la catedral de Milán.
Tras el atentado, el líder tuvo que ser hospitalizado donde, entre otras cosas, se le trató una fractura de nariz.
En Ucrania han resonado dos casos, el del diputado Vitaly Zhuravsky, del partido oficialista Economía y Desarrollo, quien al salir del parlamento en Kiev fue arrojado a un contenedor de basura por un grupo de manifestantes.
En esa ocasión los inconformes se empeñaron en humillar al político cuando ya lo tenían dentro del boto e incluso le arrojaron un neumático.
El otro caso es el de Oleh Makhnitsky, del equipo de Petro Poroshenko, a quien mientras daba una conferencia de prensa en Kiev fue atacado a pastelazos.
Dos chicos encapuchados irrumpieron a lanzar los postres, tras lo que el político se escondió debajo de la mesa, por lo que sólo resultó un poco sucio en su saco.
Aquí en México Cuauhtémoc Cárdenas fue víctima de una agresión multitudinaria durante una marcha para exigir la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Debido a que la desaparición de los estudiantes se dio en un gobierno perredista, al su paso por las calles aledañas al Zócalo capitalino fue abucheado.
Además le arrojaron cosas como agua, piedras y botellas de refresco, por lo que Adolfo Gilly, quien lo acompañaba, fue descalabrado.
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