El denso humo de los cigarros inunda la sala, opaca la luz y el penetrante olor se adhiere a las ropas y los cuerpos. Se escuchan aplausos, risas y los gritos de cientos de personas congregadas.
La escena de película fue en realidad una competencia entre fumadores de puros para ver cuál de ellos lograba la ceniza más larga. Un juego sí, pero también una exhibición de mercado para demostrar la calidad del habano, uno de los tabacos premium más consagrados del mundo.
“Me encanta”, dijo el argentino Flavio Lanfredi, un sommelier de 48 años que despaciosamente trataba de lograr que la fina sustancia gris pegada a su cigarro no se cayera. “Esto para mí es como venir a La Meca o entrar un chico a una juguetería y que le digan ‘agarrá lo que quieras que es tuyo”’, bromeó.
Más de 450 personas compitieron el jueves fumando un H Upmann Sir Winston, un cigarro de 178 milímetros de hermoso color marrón levemente dorado, hecho a mano con una selección de hojas de la provincia occidental de Pinar del Río.
“Es de fortaleza media, pensamos que es una buena elección para la competencia”, expresó a la AP Luis Felipe Milanés, director de calidad de la empresa Tabacuba y uno de los organizadores del singular duelo, que se realizó en el marco del XVI Festival Internacional del Habano.
El Festival desarrollado a lo largo de toda la semana convocó a 1.500 participantes de 80 países, entre ellos expertos, distribuidores o simples aficionados de los puros cubanos y con el auspicio de Habanos S.A, una mixta entre Altadis, con sede en España aunque de propiedad británica y la estatal cubana Cubatabaco.
“Este (evento) en particular (la competencia) está dirigido a que las personas puedan apreciar la calidad de nuestro producto”, expresó a la AP Ana López, directora de Marketing de Habanos S.A. “Solo productos de magnífica calidad pueden lograr que la ceniza adquiera una consistencia permanente durante un largo tiempo”.
La sala a donde se realizó la competencia, el Palacio de las Convenciones, es un recinto dedicado a congresos o seminarios académicos al oeste de La Habana y sus cómodos sillones de cuero claro, sus altas paredes y alfombrados pisos concentraban en esta ocasión el pesado humo que exhalaban decenas y decenas de bocas.
En las mesas junto a los cigarros fueron colocados ceniceros, encendedores, bombones y copas de ron añejo para amenizar la hazaña de los intrépidos, seguida por acompañantes, amigos o curiosos entre bromas y palabras de estímulo.
Durante los primeros minutos Vladimir Andino, uno de los directores adjuntos de la empresa Tabacuba, dio la bienvenida a los participantes y les enseñó técnicamente porqué los cigarros combustionan y los estándares aceptables como quemar parejo y regularmente u obtener una ceniza blanca o gris clara.
Muchos como el argentino Lanfredi no llegaron ni a consumir medio puro antes de que sus cigarros se apagaran o sus cenizas cayeran al piso.
Los jueces, distribuidos por toda la sala iban midiendo los cabos de los puros que quedaban sin fumar y a partir de allí deducían el largo de la ceniza, teniendo en cuenta que los cigarros en competición, los H Upmann Sir Winston tienen 178 milímetros.
En poco más de media hora solo quedaban los finalistas, rodeados por el resto.
“Fue un poquito estresante y tengo algo de mareo”, dijo el cubano Andrés Espinosa, de 33 años, dueño de un restaurante y cuya ceniza alcanzó los 158 milímetros.
Más allá, Olivia Terri de 67 años y también cubana, estaba segura de estar entre los mejores promedios pues el cabo de su cigarro no llegaba ni al centímetro.
Terri y muchos otros concursantes se esforzaron fumando hacia arriba y sosteniendo el habano en forma vertical para evitar la caída de la ceniza, la cual forma una frágil barra que en cualquier momento se puede desmoronar.
Aunque las cifras oficiales se darán a conocer el último día del evento, el viernes, los participantes aseguraron que habían ganado todos a partir del buen momento que pasaron.
“Yo realmente no planeaba hacer nada (participar) pero pensé ‘o.k. esto podría ser divertido”’, explicó a la AP la estadounidense April Angeloni, de 27 años y quien consiguió una ceniza de 139 milímetros. “Terminé llegando bastante lejos”.
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