¿Cuál es la receta para vivir 115 años, don Guillermo?
Hay que ser metódico, ser sano; yo nunca tuve vicios, nada más las mujeres. Ellas sí me dominaban, ja, ja, ja.
¿Y cómo le hizo para vivir después de la Revolución?
Cayendo y levantándome las veces que fueron necesarias. Me dediqué a la construcción, fui maestro de obra y contratista.
¿Qué significa para usted el 20 de noviembre?
Sólo el recordatorio de los sufrimientos que tuvimos. También de los ataques que llevamos a cabo en haciendas, rancherías y los asaltos a las diligencias. Todo para poder comer y sólo con las órdenes de mi general Villa; nada de matar y robar sin justificación.
¿A qué edad y con qué arma llegó a la lucha?
Tenía apenas 15 años; primero formé parte de un batallón de puros muchachitos que servían de vigías y mensajeros, luego me gané la confianza y subí a escolta, después ya tuve gente a mi mando.
Me uní a la lucha con el arma más barata que había, una 44-40, unas grandotas niqueladas. La compré en Aguascalientes; me costó 75 pesos (alrededor de mil o mil 500 pesos de ahora).
¿Y la carabina 30-30?
¡Uhhh! Fue la adoración de la Revolución. Pura bala de plomo. Era mi favorita.
¿Cuál es el corrido de la Revolución que más le gusta?
La toma de Zacatecas.
¿Usted participó en ese evento?
Sí, nosotros entrábamos en doble ataque, a dos fuegos, así siempre ganábamos.
¿El Ejército lo condecoró?
Por una parte sí (veterano de la Revolución y Mérito Revolucionario), pero no me dio pensión y tampoco me han querido reconocer mi rango, aunque formé parte del Estado Mayor de mi general Villa.
Ahora sobrevivo con cuatro mil pesos que me da el Estado de México (es Ciudadano Distinguido del municipio de Ecatepec).
¿Bajo qué argumento no lo pensionaron?
Porque deserté, pedí un permiso para ir a ver a mi mamá a Aguascalientes, porque me fui a la Revolución sin su permiso. Regresé tres días tarde y me dieron de baja.
¿La muerte le quita el sueño, don Guillermo?
Pues yo no quisiera vivir más años, pero es la voluntad de Dios.
El sueño sólo me lo quitan los recuerdos del pasado, cuando combatíamos.
¿A qué olía el campo de batalla?
A una mezcla de pólvora y sangre.
¿A qué olía Villa?
A sudor, igual que todos.
¿Espera que la Revolución le haga justicia?
Pues sí me gustaría.
Don Guillermo pide que termine la entrevista cuando los recuerdos le forman un nudo en la garganta. Sólo alcanza a pedir que la gente no se olvide de él.
Así se presenta…
“Soy el último revolucionario de la División del Norte; escolta personal de mi general Francisco Villa”.
Guillermo Flores Reyes, ex escolta de Francisco Villa.
Enamorado
18 mujeres tuvo Guillermo Flores, con quienes procreó más de 20 hijos, de los cuales apenas ve a unos cuantos.