Jorge Aduna Villavicencio, el gallero más importante de Puebla y Tlaxcala, organizó el secuestro y asesinato de seis hombres que entraron a robar a su casa.
De acuerdo con El País, los sicarios contratados por Villavicencio descuartizaron y calcinaron a los ladrones en bidones con diésel.
A pesar de que no se sabe la fecha exacta en la que se produjo el robo, se presume que debió haber ocurrido a principios de octubre de 2015, pues en ese período comenzaron una serie de homicidios en Puebla.
Aduna no dio aviso a las autoridades y contrató a un matón de Tamaulipas, entrenado en la escuela de Los Zetas, además de reclutar a dos policías, uno en activo y otro expulsado por no superar los exámenes de confianza. Asimismo agregó a su escolta y a su chófer, un muchacho de 20 años.
A través del programa Find my iPhone, los asesinos localizaron a un ladrón conectarse mediante un iPad a una red wi-fi.
El 19 de octubre de 2015, el lechero Marco Antonio Cuautle fue secuestrado mientras conducía una camioneta. Nueve días después, dos camionetas le cortaron el paso Ramón Limón en mitad de la carretera; era licenciado en Derecho pero no ejercía y viajaba con su mujer e hija.
Dos semanas después, un hombre contactó a los herreros Pedro Negrete y Luis Miguel Flores para ofrecerles trabajo.
La policía cree que el hombre que se hacía pasar por capataz era Antonio Cantú, el sicario que llegó de Tamaulipas.
El penúltimo de los secuestrados fue Rogelio Rivera, un limpiaparabrisas a quien también engañaron ofreciéndole trabajo. Al día siguiente se llevaron al último, Bryan Gerardo.
Los seis vivían en la colonia Lomas de San Miguel y fueron secuestrados en un lapso de 39 días. Cuatro de ellos vivían en la misma calle.
El domicilio en el que se llevó a cabo la venganza acabó convertido en un matadero. La policía encontró en febrero un machete, un hacha y tres cuchillos aun con restos humanos, además de que los desagües estaban atascados de sangre.
Con información de El País.