El ajolote, la especie acuática similar a una salamandra, al parecer no ha desaparecido de su único hábitat natural conocido en uno de los pocos lagos que aún existen en la Ciudad de México.
Investigadores informaron que han avistado, aunque no atrapado, a dos de las escurridizas creaturas durante una segunda búsqueda.
En una operación que duró una semana los investigadores trataron de atrapar a los ajolotes con una red en las aguas turbias y bajas del lago de Xochimilco pero no encontraron ninguno, lo que generó preocupación ante la posibilidad de que esta especie ya sólo sobreviviera en cautiverio.
Pero el biólogo Armando Tovar Garza, de la Universidad Nacional Autónoma de México informó que integrantes de su equipo hicieron otra búsqueda que terminará en abril y avistaron dos ajolotes durante las primeras tres semanas del estudio.
“No pudimos capturarlos porque la conducta del ajolote hace muy difícil atraparlo”, dijo Tovar Garza. “No hemos atrapado a ninguno pero hubo dos avistamientos, eso es importante porque nos dice que aún tenemos oportunidad”.
El ajolote, conocido como “monstruo marino” y “pez que camina” tiene una fea apariencia, con su cola delgada y larga, y una boca que se curva para mostrar una extraña sonrisa. Su único hábitat natural es la red de canales y lagos de Xochimilco llamada “los jardines flotantes” compuesta por fragmentos de tierra cubiertos por juncos que los aztecas utilizaban para cultivos pero que ahora están amenazados por la contaminación, la expansión urbana y la invasión de otras especies.
La creatura es importante para la investigación científica por su capacidad para regenerar miembros amputados.
Algunos ajolotes aún viven en acuarios, tanques de agua y en los laboratorios de investigación, pero los expertos han advertido que esas no son las mejores condiciones, pues corren el riesgo de la endogamia y pérdida de la diversidad genética.
La liberación de ajolotes criados en cautiverio al ambiente natural podría diseminar una infección por hongos que es fatal para la especie y reducir su diversidad genética. Tovar Garza dijo que algunas mutaciones genéticas, probablemente causadas por endogamia, ya han aparecido en los ejemplares.
Alarmados por la reducción de la población en años recientes los investigadores construyeron “refugios” para ajolotes en Xochimilco para ayudarlos a criarse en la parte más limpia de su hábitat.
Sacos de piedras y plantas en forma de caña actúan como filtros alrededor de un área seleccionada a la que se añade agua más limpia para crear mejores condiciones. Los refugios también cuentan con jaulas permeables y otros dispositivos diseñados para proteger a los ajolotes de predadores que no son originarios del lago como la tilapia y la carpa, que fueron llevados al sistema lacustre hace años y compiten con el ajolote por la comida.
Los anfibios crecen hasta 30 centímetros de largo y utilizan cuatro piernas para arrastrarse y una cola gruesa para nadar en los canales oscuros de Xochimilco mientras se alimentan de insectos acuáticos, peces pequeños y crustáceos. Su hábitat se ha rodeado cada vez más de barrios pobres, donde hay aguas residuales no tratadas.
La Academia Mexicana de Ciencias señaló en un comunicado que un estudio realizado en 1998 encontró un promedio de 6,000 ajolotes por kilómetro cuadrado, cifra que se redujo a 1,000 de acuerdo con un estudio levantado en 2003 y a 100 en otro llevado a cabo en 2008.