A partir de la ingeniería de tejidos, especialistas mexicanas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), desarrollaron la construcción e implante de vaginas a partir del cultivo en laboratorio de células de las propias pacientes que carecen de este órgano a consecuencia de alguna enfermedad.
A la fecha han logrado construir vaginas a la medida para un grupo de 12 pacientes afectadas por aplasia vaginal -es decir, que carecían del órgano desde su nacimiento-, con completo funcionamiento, incluido el sexual y reproductivo.
En conferencia de prensa, la investigadora del Cinvestav, Esther López-Bayghen Patiño, dijo que “al tener el órgano de la vagina, pueden empezar a tener una vida normal como mujeres; tener relaciones sexuales que impliquen los parámetros normales que puede gozar cualquier mujer y eventualmente aquellas que tienen útero, les damos la posibilidad de la fertilidad”.
Explicó que con este logro en la medicina “estamos hablando de un órgano que no genera rechazo, que es 100 por ciento eficiente, pues se recuperó completamente su función y con complicaciones leves que se corrigieron mediante cirugías menores”.
La investigadora refirió que tras desarrollar el órgano faltante, que contiene células epiteliales y musculares de la vulva, se hizo el implante correspondiente mediante cirugía en el Hospital Infantil de México Dr. Federico Gómez, de la Secretaría de Salud, labor que fue coordinada por la también investigadora del Cinvestav, Atlántida Raya Rivera.
López-Bayghen informó que tras el implante colocado a varias pacientes, de entre 13 y 18 años de edad, se les dio seguimiento por ocho años, tiempo durante el cual se les practicaron revisiones físicas, vaginoscopías, biopsias y resonancias magnéticas, así como un cuestionario estandarizado para evaluar su desempeño y función sexual.
Las pacientes evaluadas carecían de vagina desde su nacimiento a consecuencia de un síndrome congénito llamado Mayer-Rokitansky; sin embargo, la técnica de reconstrucción utilizada puede aplicarse también en otros casos donde el cáncer, lesiones o anomalías congénitas hacen necesario regenerar el órgano.
“Al final no se nota diferencia alguna entre el tejido de la vulva original, de donde se toma la muestra, y el de la nueva vagina, pues la integración es al 100 por ciento”, refirió.
Por su parte, Atlántida Raya Rivera precisó que a la fecha esta cirugía se ha practicado en 12 pacientes, y el hecho de ser un implante autólogo, es decir, creado con células de la propia paciente, quita el riesgo de que haya rechazo inmunológico, además de que funcionalmente es muy parecido al tejido normal.
Las investigadoras resaltaron que los resultados validan la tecnología que han desarrollado desde hace una década para fabricar inicialmente uretras, trabajo que obtuvo otra publicación previa en The Lancet, y que ahora está disponible para generar órganos más complejos, como la vagina.
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