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La creativa y fácil vida de un "ecoguerrero"

Rob y Jaki Roy han descubierto cómo vivir de forma verde. Reciben toda su energía de paneles solares; de hecho, no están ni siquiera conectados a la red eléctrica. En cuanto al agua, la consiguen tras pedalear una bicicleta que está conectada a una bomba de agua. “Con cuatro minutos dos veces al día se reúne el líquido necesaria”, explica Rob.

Pero ¿qué pasa con la calefacción? La pareja vive en Nueva York, lo que significa que tienen que soportar inviernos muy duros, como ampliamente se han ilustrado este año.

Cuando Publimetro los visitó, afuera había una temperatura de -18 grados centígrados, pero adentro era de 23 grados centígrados.

Los Roy viven calentitos en su casa. El secreto: su hogar, que ellos mismos construyeron, utiliza mampostería de leña, una técnica milenaria de apilamiento que proporciona aislamiento superior y además utilizan chimeneas.

Muy verde, sí, pero no extremadamente complicado. “Construir una casa así es algo que pueden hacer las abuelas, los bebés y los castores”, dice Rob. “Podemos enseñarlo en tres o cinco días. Y es divertido. Hace 10 años, cuando la vida era menos fácil, podría haber parecido demasiado incómodo. Hoy, con el clima tan cambiante, poner de nuestra parte para ayudar al medio ambiente ya no es una opción que podamos descartar”.

La buena noticia es que ser extremadamente verde no es tan difícil como se cree. De hecho, se está convirtiendo en moda y dista mucho de un esfuerzo extremo.

Un creciente ejército de propietarios en Escandinavia, Alemania y Gran Bretaña, por ejemplo, viven en casas sin calefacción. Eso es porque han construido (o renovado) sus hogares con un  estilo llamado casas-pasivas.

Las características de éstas son que tienen muros gruesos que mantienen el interior caliente incluso en climas muy fríos. Y además aplican una nueva tendencia de comida popular: el veganismo crudo, que incluye sólo frutas y verduras crudas. Teniendo en cuenta que un kilogramo de cordero en el plato ha generado 39.2 kilogramos de emisiones de CO2 (según cifras del grupo de trabajo ambiental), ser vegano es una buena opción.

¿Osamos mencionar las limitaciones en el uso de su televisor de pantalla plana? Si lo tiene prendido 6.5 horas por día durante un año, producen 269 kg (aproximadamente el peso de un tigre) de CO2 a la atmósfera. Apagarlo cuando no lo está viendo  ahorrará un buen trozo de la capa de ozono. Y consideremos los desperdicios de comida.

Los residentes de los países ricos actualmente tiran 20% de los alimentos que compran. Hay que añadir que hasta 40% de la comida se pierde antes de llegar a los consumidores, lo que significa una pérdida de proporciones colosales.

Así que en lugar de esperar a que se firmen tratados internacionales, puede hacer como Alden Wicker, una neoyorquina que escribe el blog EcoCult: ella recoge sus desperdicios de comida, los pone en un congelador y una vez por semana los lleva al bote de  reciclaje. “¡Es tan fácil!”, exclama. “El único reto es el espacio para tirarlos”.

Otros hábitos verdes de Wicker tampoco son muy arduos: “Hago ejercicio, pero no uso cosas como cintas de correr que requieren de electricidad”, señala.

Cuando tiene que ir a algún lugar dentro de la ciudad, toma el metro y trae un par de zapatos cómodos para hacer largos recorridos a pie. Y la lista continúa: sólo ropa orgánica hecha localmente o bienes de segunda mano. Energía eólica para su apartamento. Y es más barato, advierte Wicker. ¿No tener calefacción en su casa es extremo o inteligente? Juzga tú mismo. 

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