La jacaranda, que a partir de marzo hipnotiza a los chilangos por el color lila que se incerta en el paisaje urbano, es originaria de los bosques secos del noroeste de Argentina, comenta en entrevista Robert Bye, coautor del libro Origen y geografía de la biodiversidad biológica en México.
Este árbol fue introducido a México entre 1900 y 1910. Antes de viajar de Argentina a Europa, tierras desde donde llegó. En 1820 el árbol fue llevado a Inglaterra y producido en invernadero y floreció por primera vez cerca de Londres.
Fue Teodoro Dehesa, ex gobernador de Veracruz, quien la introdujo a este país, según explica Bye. De ahí la jacaranda recorrió algunos estados, hasta llegar a la capital, en dónde se adaptó y cada año embellece las calles del Distrito Federal.
“Como muchos árboles de bosques secos, tiene un sistema de raíces que crece muy profundo y en cierta forma se puede anclar y no cae tan fácil como los eucaliptos”, afirma el académico.
Cuando cuentan con el agua suficiente, alcanzan los 20 metros de altura, aunque se pueden encontrar de menor tamaño en lugares secos. En la Ciudad de México hay zonas en donde han alcanzado 18 metros.