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Las duras confesiones de la "esclava" de Tlalpan

La joven de 22 años, esclavizada por una familia entera en una tintorería de la delegación Tlalpan, habló sobre su reclusión y la tortura que sufría por parte de sus “patrones”.

“Zunduri”, apodo con la que pidió ser identificada, dijo a El Universal que a los 15 años entró por primera vez a trabajar en la tintorería ubicada en el 134-22 de la calle Izamal, en la colonia Lomas de Padierna.
La víctima no habla de su infancia ni de sus padres pues asegura que estos recuerdos duelen mucho, su historia la empieza desde que dejó el segundo grado de secundaria y desesperada por salir de su casa pidió a Leticia, madre de una compañera, que le diera trabajo planchando ropa.

“Al principio era un buen trabajo. De nueve de la mañana a ocho de la noche y me pagaban 300 (pesos a la semana), pero yo vivía con la familia, Me daban de comer y dormía con ella (Leticia) y sus hijas en la casa, arriba de la planchaduría. Yo hasta le decía ‘mamá"”.

De acuerdo a las declaraciones que hizo a El Universal, dos meses después Zunduri conoció a un chico y renunció al trabajo para vivir con él. Dos años más tarde la relación terminó y ella volvió a la tintorería para pedir su antiguo empleo, el cual le darían con la condición de que aumentaría el ritmo de trabajo, y aceptó.

La joven narró que “cada vez era más y más trabajo. Dormía poco y me daban menos comida. Yo me sentía cansada y sin querer quemé varias prendas”.

Cuando los clientes le pedían a Leticia el reembolso total de la ropa afectada, ella convertía ese monto en una deuda para Zunduri. Una camisa quemada, que el cliente aseguraba que costaba mil pesos, significaban para ella tres semanas de trabajo sin paga, con agua y comida al mínimo.

Una mañana, la chica decidió huir. “No sé cómo, me encontró en casa de una amiga, aunque yo no me escondía porque no había hecho nada malo. Me dijo que me iba a demandar por robo. Decía que le debía lo suficiente para que yo siempre estuviera con ella”, dijo Zunduri a El Universal.

Fue ese tercer regreso el comienzo del peor de sus males. Ya que, según relata, durante los primeros siete meses no recibió sueldo y los cinco habitantes de la casa (Leticia, su hermana Fany, su pareja José y sus hijas, Ivette y Jannet) la golpeaban a diario.

Ya fuera enterrándole las uñas en las piernas, clavándole los ganchos de la ropa, usando mecates para quemar su piel e incluso la plancha hirviendo, la joven era castigada por sus captores.

De acuerdo con el Índice Global de Esclavitud 2014, en México hay 266 mil 99 personas que trabajan como si fueran propiedad de un “amo”.

Otros casos de esclavitud y explotación laboral en México

Nuestro país ocupa el primer lugar de esclavitud en América Latina y el lugar 16 de 167 naciones con el mayor total absoluto de esclavos.

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