Los aromas del mercado de Jamaica invocan el Día de Muertos

Colores, aromas y sabores se conjugan en los pasillos del mercado de Jamaica, uno de los grandes centros de abasto que con variedad de mercancías defiende su espacio en la vorágine de la vida capitalina, la alimenta y fomenta sus tradiciones, como la ofrenda para el Día de Muertos.

Lo que busque, lo encuentra en Jamaica: hay flores o veladoras, calabaza o piloncillo; el pollo y el mole, la masa para los tamales y las hojas para envolverlos. El copal, el incienso y el sahumerio para orientar el camino de los difuntos; el papel picado para decorar, la fruta para la ofrenda y hasta la música para recordar a los ya fallecidos.

Caminar por sus pasillos es adentrarse en el mundo de los floricultores que aquí ven florecer su esfuerzo, con la comercialización del cempasúchil que torna su amarillo intenso a tonalidades claras e incluso al blanco y que contrastan con el rojo intenso de la flor de terciopelo, conocida también como cresta de gallo, celosía o mano de león. En un altar, son infaltables las flores para dar bienvenida a los Santos Inocentes o los Fieles Difuntos, seres queridos que llegan a visitar desde el más allá: amarillo cempasúchil o coloridas inmortales. Por gruesa o por manojo, azucenas, crisantemos, gladiolas, rosas o nube, el mercado ubicado a unos pasos de la estación del metro Jamaica ofrece variedad para todos los presupuestos.

La Calabaza en tacha, los tejocotes en dulce o los higos cristalizados; palanquetas, obleas o alegrías; las calaveras de azúcar o chocolate ¿quiere con nombre?, ó también lo encuentra!. Con más de medio siglo de existencia, el mercado de Jamaica sigue su convivencia con el pueblo de la Magdalena Mixhuca, sobrevive a la desaparición de los canales de la Viga, la Candelaria y el río La Piedad. De sus chinampas recibía las flores y hortalizas que le dieron origen. En los locales igual se encuentran, aunque en menor proporción, disfraces, maquillaje y máscaras para Halloween. Brujas, fantasmas y espantapájaros cuelgan de los locales en espera de un comprador. En sus tres naves o secciones el tradicional mercado de Jamaica alberga a miles de comerciantes de diversos estados del país que ofertan flores, desde las más sencillas, las endémicas, hasta las exóticas o importadas. Hay venta al mayoreo y al menudeo según sea la necesidad. Con la temporada, los pasillos de este centro se llenan de marchantes en busca de flores y víveres arriban al lugar a bordo del Metro, con acceso inmediato al mercado; en microbús, que igual los deja a las puertas del recinto, e incluso en automóvil ya que el mercado ubicado en la delegación Venustiano Carranza cuenta con estacionamiento.

De hecho, cuando este mercado se inauguró representó, junto con el de Sonora, un ejemplo de modernización de los centros de abasto en la ciudad ya que fue de los primeros en contar con un estacionamiento para sus asistentes. El bullicio y el caos están presentes todo el año, pues además de abastecerse para Día de Muertos, los capitalinos encuentran todo para cualquier celebración, sea el Día de San Valentín con los clásicos arreglos florales, la celebración de la Independencia con lo necesario para el tradicional pozole, hasta la Navidad con lo indispensable para el típico nacimiento. Entre el asfalto de la gran metrópoli, sobresalen las miles de flores que se encuentran en este lugar que cuenta y forma parte de la historia del México moderno, tanto que junto con el Archivo General de la Nación, en la misma delegación, será incluido en uno de los paquetes turísticos de la Secretaría de Turismo local. Desde la esquina de las avenidas Morelos y Congreso de la Unión, el mercado de Jamaica atestigua el correr de la vida actual en la capital del país, y ofrece lo mismo flores, comestibles y demás productos, que riqueza cultural a quienes transitan por sus pasillos e inmediaciones.

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