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Mexicanos exportan a Perú... el modelo del narco

Los modelos de violencia de los narcotraficantes de nuestro país se reproducen en la nación sudamericana

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Con sus maletas, unas más cargadas que otras, alrededor de 40 mil mexicanos llegaron a Perú en 2011, 30% más que en 2010. Visto así, todo bien por el lado peruano: el aumento de visitantes representa mayores ingresos para el país y una mejor proyección al exterior de sus atractivos turísticos.

Sin embargo, tal crecimiento tiene también su lado oscuro. A principios de este año, la Fiscalía peruana alertó sobre un notable incremento de los ciudadanos mexicanos investigados por integrar o, incluso, encabezar organizaciones criminales de tráfico de drogas. Casi un centenar de mexicanos dedicados al tráfico ilícito de estupefacientes fueron detenidos en los dos últimos años. “Es una situación recurrente que un porcentaje importante de detenidos por narcotráfico sean de México”, señaló el fiscal de la nación, José Antonio Peláez.

Para “defenderse de esta agresión”, la Fiscalía peruana propuso solicitar visa para los turistas mexicanos que quieran ingresar al país. “En todo caso, se debe sofisticar la lucha contra el crimen organizado (…) y tomar menos decisiones que puedan afectar a gente que no tiene ninguna vinculación con el narcotráfico”, respondió ante esa propuesta el embajador mexicano en Perú, Manuel Rodríguez.

A punto de firmarse el TLC entre Perú y México y con acuerdos multinacionales vigentes como la Alianza del Pacífico (integrada por estos dos países, aparte de Colombia y Chi­le), la propuesta de la Fiscalía fue descartada por oponerse a la tendencia de liberalizar el flujo de bienes, servicios y ciudadanos pe­ruanos y me­xicanos (aunque a los primeros aún se les solicite tramitar una visa para ingresar a México).

Expertos locales afirman que la presencia de narcotraficantes mexicanos en Perú se remonta a la década de los noventa; y, por otra parte, en las últimas semanas se ha hablado de una “mexicanización” de ciertas regiones de la selva peruana –como el Valle del Río Apurímac y Ene (VRAE)–, donde operan grupos narcoterroristas.

“Esta mexicanización no se refiere necesariamente a la presencia de mexicanos metidos en la violencia en Perú, sino a la reproducción del modelo de los narcotraficantes de ese país por parte de los peruanos”, señaló Jai­me Antezana, experto en te­mas de narcotráfico y terrorismo.

El primer caso se dio en 2008, cuando narcotraficantes locales atacaron puestos policiales en la selva perua­na, hecho inédito hasta entonces. En el último año, según Antezana, ocurrieron otros 10 casos, lo cual indica que se han formado bandas armadas de narcoterroristas que ya no huyen de la autoridad, sino que la enfrentan.

LOS INTERMEDIARIOS

Opinión de Fernando Rospigliosi, ex ministro del interior de Perú y analista político

Sin duda, hay una presencia importante de los cárteles mexicanos en Perú, por lo menos, desde hace 15 años. No porque estén ubicados en un lugar concreto donde ejerzan sus actividades, sino porque vienen con su dine­ro y compran co­-caína a los productores locales. De ahí la venden a otros países; ése es su negocio, como una especie de intermediarios. La cocaína pe­rua­na, a través de los cárteles mexicanos, se dirige principalmente a Europa, Asia y América Latina. Esta presencia ha contribuido a aumentar la violencia en Perú: han traído métodos como el sicariato, desconocido hace algunos años.

¿Cómo hacerles frente? Solicitar visas a los visitantes mexicanos que lleguen a Perú es absurdo; eso no va a impedir la entrada de los narcos. Solamente dificultaría las relaciones comerciales y de amistad entre am­bos países. Simplemente con enviar a gente de otras nacio­­nalidades a comprar la droga a Perú, ya los cárteles habrían solucionado el problema.

La clave es acabar con la corrupción policial, que es el principal asunto por el que no se detiene a los narcotraficantes, sean mexicanos o peruanos. Hay acuerdos entre ambos países para luchar contra el tráfico ilegal de estupefacientes, pero es letra muerta por la corrupción que sufrimos.

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