Después de los problemas de escasez del trigo, ahora le tocó el turno al jitomate. El gobierno argentino pidió a los ciudadanos que en los próximos dos meses reduzcan el consumo del fruto, ya que su oferta mermará por motivos estacionales.
“Por motivos estacionales, que implican una rotación de las zonas de cultivo, se informa a la población sobre una posible escasez de jitomate… Por un lapso aproximado de sesenta días, se sugiere el consumo de productos alternativos”, dice el exhorto que difundieron la víspera la secretaría de Comercio y la Corporación del Mercado Central de Buenos Aires.
Las autoridades advirtieron que “existe una excelente provisión del resto de los 35 productos frutihortícolas que integran la canasta básica” para reemplazar al jitomate. Este producto es muy habitual en la mesa de los argentinos, que lo usan para salsas que acompañan la pasta, para pizzas y ensaladas.
El gobierno solicitó además a las asociaciones de consumidores “que asesoren a la población en el uso de recetas alternativas que permitan una alimentación sana de las familias argentinas”.
Fabián Zeta, titular de la Cámara de Operadores Mayoristas Frutihortícolas del Mercado Central, explicó a radio Continental que “este año hubo problemas con el clima en la zona productora, y no se llegó como se llega siempre, entonces se le pide al consumidor que sea responsable”.
Pasado el periodo de 60 días de escasez de jitomates, se prevé “el ingreso de la producción de la zona de la provincia de Corrientes”, en el noroeste de Argentina, lo que normalizará su abastecimiento, afirmó el gobierno.
“Toda mercadería tiene su período. Termina la cosecha en Corrientes y ahora se arranca en otras zonas, como Jujuy (norte), que es lo que viene”, afirmó Zeta.
Vendedores de jitomates de los mercados dijeron a medios de prensa que en las últimas dos semanas el precio pasó de 10 (1,84 dólares) a 18 pesos (3,32 dólares) el kilo.
En las últimas semanas, el faltante de harina de trigo elevó los precios del pan. El kilo de ese alimento subió y rondaba los 20 pesos (unos 3,70 dólares). Por ello, el gobierno decidió aplicar la ley de abastecimiento para asegurar su suministro en el mercado interno. La decisión ha sido criticada por agrupaciones rurales que critican las políticas gubernamentales dirigidas al campo.
Pero la medida fue elogiada por asociaciones de panaderos que afirman que no es un problema de escasez, sino de “especulación” de los productores con los precios del trigo, “que lo tienen y pretenden cobrar el doble de lo que saldría exportarlo”.
Finalmente, molineros, exportadores e industriales panaderos acordaron con el gobierno lograr el abastecimiento de harina para que bajara el pan hasta unos 10 pesos, pero según informaciones de prensa ese precio se ofrece en pocas panaderías de Buenos Aires.
El problema tiene su origen en la peor cosecha de trigo en la historia de Argentina, que se produjo en 2012, con 9 millones de toneladas del grano.
Por el encarecimiento del pan, el gobierno llegó a publicar a fines de junio recetas para que los consumidores hornearan ese producto en sus hogares y evitar así las panaderías de sus barrios. Recomendó que los consumidores compraran harina cuyo precio fue congelado en el marco de una medida para atajar la subida de los precios de unos 500 productos. Según estimaciones privadas la inflación en Argentina ronda 25%, más del doble de lo que calcula el gobierno.
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