VIDEO: Difunden canción que relata tragedia del casino Royale
Sobrevivir a una de las peores tragedias ocurridas en Nuevo León forma parte de la historia de Samara Pérez, una mujer de 39 años, que el día del ataque al casino Royale perdió a su hijo Brad Xavier Muraira, un joven de 18 años que acudió en busca de diversión.
Hoy, un jueves, como el día de la tragedia, Pérez vive aún con dolor, pero con la fuerza para ser la vocera de otras víctimas, de exigir justicia.
Samara presenció los hechos y al momento del incendio buscó hasta el cansancio a su hijo, pero los mismos empleados del casino obstaculizaron su labor. A un año de la tragedia, Pérez abrió las puertas a Publimetro y compartió su historia.
¿El día de la tragedia en dónde se encontraba?
— Entré con mi hijo al casino, él estaba en una máquina, tenía escasos 5 minutos y luego entraron esas personas, se hizo el caos terrible. Fueron escenas desgarradoras, no hay palabras, es una pesadilla que no le deseo a nadie.
¿Cómo se puso a salvo durante el atentado?
— Me resguardé en una barra después de ir y buscar a mi hijo en el área de ruletas y escuchar a los encargados que dieron órdenes incongruentes cuando ya era evidente que era un incendio. Ignoré las indicaciones, lo seguí buscando, me resguardé en la barra del área VIP, toda esa zona sigue intacta.
Abrieron una puerta que era para empleados y salí por ahí. Los encargados de seguridad pidieron a los empleados quitarse los chalecos y dejar las cangureras, ahí se ve la preferencia del dinero ante la viuda humana. Le he dado tantas vueltas al asunto, pensando en cómo pudieron haberse salvado las personas, hubo falta de capacitación, evacuación.
¿Cómo toma la batuta de apoyar a los deudos cuando enfrenta también el dolor por la pérdida de su hijo?
— A unos días que pasa la tragedia me doy cuenta que el dolor era tan grande, creí que no había forma para sostenerme en pie, se hizo un llamado para una misa en la Basílica de Guadalupe, ahí por primera vez veo a las demás familias. Créeme que al abrazarnos unos a otros sentimos dolor. Ahí sentí lo que era mi familia extendida en el dolor, esta familia estaba indefensa, había personas que no tenían forma de elevar la voz, de que los defendieran. En memoria de mi hijo y de estos 52 ángeles me convertí en instrumento de ayuda. Hay un niño, Alejandrito, que perdió a su papá en el casino y tiene distrofia, conseguimos apoyos para él.
¿Qué ha hecho en este año?
— He hecho demasiado, he trabajado con los familiares, con las diversas autoridades, viajes a México, todo para que haya una atención.
¿Cuál ha sido su terapia?
— Mi terapia ha sido tomarme de la mano de Dios y la segunda es el apoyo inigualable de la doctora Celia Ortiz, que es mi terapeuta. Mi situación de duelo está encaminada de forma adecuada, porque he tenido el trato psicológico adecuado, estoy acompañada, de positivo a negativo.
¿Qué falló ese día?
— Es lamentable el equipo de Bomberos de Nuevo León, no tenía escalera en ese momento. El departamento de Nueva York nos acaba de regalar una escalera teleférica de 37 metros. Qué triste que los bomberos ahora vendan boletos, debemos de trabajar para que a ellos les lleguen recursos para que hagan su trabajo: salvar vidas, apagar incendios.
¿Cuál es el mensaje a la sociedad regia que también sufrió por el atentado?
— Que el miedo no sea un impedimento, hay formas para poder llegar a la justicia sin que tengas que exponerte, pueden denunciar.
¿Qué esperan actualmente, a un año de la masacre?
— La compañía de la sociedad, que lleven una veladora al lugar, una flor, su presencia. Que esta situación sea un “voltea a ver” que hubo una catástrofe. A pesar del dolor podemos caminar, no nos cerremos a que no nos va a pasar. Ahora no hay nada que no pueda ser tocado.
El legado de Brad
“De mi hijo guardo una cantidad imborrable de recuerdos. Era un joven de 18 años, era humano, con defectos, virtudes, pero trato de llevarme lo mejor, que para mí era su hermosa sonrisa, la recuerdo cada día y la aplico como un homenaje, la comparto a cualquier persona, me da esperanza”.
Samara Pérez, Sobreviviente del atentado y madre de Brad Xavier Muraira, una de las 52 víctimas.