En 1994 caímos con Noruega. En 1998 siempre empezamos perdiendo. En 2006 empatamos a cero con Angola y nos ganó Portugal. En 2010 caímos ante Uruguay y no pudimos con Sudáfrica. La primera fase de la Selección en Brasil 2014 ha sido la mejor en 20 años… empatada con la de Corea 2002. La ulterior derrota ante Estados Unidos borró inmediatamente de nuestra memoria las exhibiciones contra Croacia, Ecuador e Italia de aquel entonces.
Pero esa Selección jugó muy bien, demasiado bien en la primera fase. Venía golpeada tras una eliminatoria traumática y cayó azarosamente en manos de un técnico joven e irreverente que hizo un gran grupo en el que nadie confiaba: Vasco era el Piojo, Vidrio era el Maza, Torrado era Héctor Herrera, Borgetti era Peralta y Rafa era Rafa. Luego, en 90 minutos todo se fue al traste. Conviene recordarlo antes de echar campanas al vuelo y andar pensando en la autopista que nos conducirá hasta semifinales vía Costa Rica-Grecia.
Bulgaria, Suecia, Rumania, Croacia, Dinamarca, Senegal, Corea, Turquía, Estados Unidos, Ucrania, Paraguay y Ghana. Una docena de equipos de poca monta (14, si Uruguay y Portugal se ponen el saco) han llegado a cuartos de final desde que nosotros nos atoramos en el ascensor de 1994. Jugar el quinto partido no es un territorio exclusivo de las potencias mundiales. Dejemos de mitificarlo, de pensar en él como la gran cosa. A lo mejor así llegamos hasta el séptimo.
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