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Carlos Caetano Bledorn Verri ‘Dunga’, el capitán de la selección brasileña por antonomasia, fue designado hoy nuevo técnico de la Canarinha para implantar de nuevo su estilo castrense, con el que puede enderezar el rumbo de un equipo hecho pedazos por el 7-1 encajado ante Alemania.
Dunga, de 50 años, regresa al banquillo de Brasil cuatro años después de salir por la puerta de atrás, con la eliminación en los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica 2010, que se dio en medio de una constante confrontación con la prensa brasileña.
En su primera etapa con la selección, Dunga llegó con nula experiencia como entrenador, pues ese fue su primer trabajo en los banquillos.
Después de los cuatro años que pasó al frente de la selección, el exvolante sólo ha entrenado a un equipo, el Internacional de Porto Alegre, en el que no pudo completar la temporada de 2013, y fue destituido después de una racha de resultados negativos.
Tanto entonces como ahora, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) no dudó en poner en sus manos un cargo de tanta importancia a pesar de la falta de experiencia, por el aval que supone haber jugado tres mundiales (1990, 1994 y 1998) y por el respeto que cosechó en todos los estamentos del fútbol como capitán de la selección.
Como jugador, Dunga disputó 166 partidos con la selección “canarinha”, marcó once goles y siempre se destacó por su impecable labor de centrocampista defensivo y por ser una referencia para el equipo.
El liderazgo de Dunga en campo fue clave en la victoria de Brasil en el Mundial de Estados Unidos en 1994 y le ha definido como entrenador.
En el banquillo de Brasil, Dunga supo poner orden en el vestuario y ganarse el respeto de los jugadores a la vez que impuso una filosofía espartana, en la que no se toleraban exabruptos o voces altisonantes.
Para proteger al equipo, Dunga adoptó prácticas poco habituales en la selección brasileña, que siempre ha lucido por ser una de las más abiertas y accesibles para la prensa.
El técnico cerró muchos entrenamientos y restringió el acceso de la prensa, lo que le granjeó numerosas enemistades en los medios de su país, que luego cargaron las tintas cuando los resultados no acompañaron o cuando se resistió a presiones para convocar a algún jugador.
En las vísperas del Mundial de Sudáfrica, la prensa brasileña y los aficionados bramaron cuando Dunga se negó a convocar a Neymar, que entonces tenía 17 años y comenzaba a despuntar en el Santos.
El seleccionador siempre manifestó una lealtad inamovible a su grupo, con el que trabajó durante cuatro años y con el que cosechó los títulos de la Copa América 2007 y la Copa Confederaciones de 2009.
En ese aspecto, Dunga es deudor de su predecesor, Luiz Felipe Scolari, a quien también se asemeja en los planteamientos tácticos y por darle prioridad a los resultados frente al juego vistoso.
La racanería del fútbol de Brasil le rindió sonoros abucheos por parte de la afición en varias ocasiones, principalmente a lo largo de las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica.
El fracaso en los Juegos Olímpicos de Pekín, en los que obtuvo la medalla de bronce a pesar de haberse marcado como objetivo el oro, un metal que Brasil nunca ha ganado, le puso en la cuerda floja, pero el entonces presidente de la CBF, Ricardo Teixeira, le acabó manteniendo hasta el Mundial de Sudáfrica 2010.
Después de su paso por la selección, Dunga estuvo tres años desempleado y, tras comandar sin éxito el Internacional el año pasado, su nombre fue barajado en los últimos días para ser seleccionador de Venezuela, pero finalmente desechó esa opción cuando la CBF le ofreció de nuevo el banquillo de Brasil.
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