Tras la muerte de Salvador Martínez Garza, quien fue el creador de las “Súper Chivas” en la década de los 90, Ramón Ramírez recuerda sus sentimientos encontrados al profesarle un cariño al ex directivo, pero también fue quien lo vendió al América en 1998.
En entrevista para el periódico Reforma, el ex jugador y emblema del Guadalajara lamentó la pérdida de quien fuera la clave para el resurgimiento de un club que atravesaba por graves problemas en 1992, cuando decidió “rentar” al club para regresarle un poco de su exitosa trayectoria, pero no todo fue felicidad, sobre todo cuando Ramón rememora su paso por el acérrimo rival.
“Nunca me quise ir al América, traté hasta lo imposible por hablar con Don Salvador Martínez Garza y pedirle una explicación, cosa que nunca recibí, todo fue a través del licenciado Luis Miguel Tinoco y por angas o mangas finalmente me voy al América. Mis sentimientos en ese momento eran de incredulidad hacia una persona que tenía mi confianza y que tenía el cariño y el aprecio de toda mi familia. Fueron años difíciles en donde me resistía incluso a volver al equipo mientras estuviera esa administración de Don Salvador. Estaba muy sentido”, explicó el talentoso zurdo y mundialista con el Tricolor en 1994 y 1998.
Luego de militar seis meses con las Águilas y dos años con Tigres, Ramírez relata como fue que Martínez Garza le solicitó que volviera a Chivas, mostrando una gran humildad: “Se da fundamentalmente por una plática interna que tuve yo con Don Salvador, en la que me dice que él antes de que dejara al equipo, uno de sus compromisos (…) era que yo regresara a Chivas y lo hiciera bajo su mando, que de favor lo considerara porque sentía que había cometido un error conmigo. Que una persona de ese estatus social y de esa envergadura, que no tenía necesidad de decirlo y tuvo la capacidad de decírmelo, quizá ni sus hijos lo supieron nunca, pero Don Salvador tuvo esa humildad y claro que acepté”.
Ramírez Ceseña pudo volver al Guadalajara y cumplir el sueño de mantenerse por varios años más en la escuadra de sus amores, hasta que Jorge Vergara decidió mandarlo a la MLS, donde finalmente se retiró de las canchas: “Uno como jugador y como directivo es pasajero en un club, pero las personas se quedan y de Don Salvador tengo grandes recuerdos que nunca olvidaré. Su muerte nos deja dolor, pero también un cariño que siempre nos brindó”.
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