El Mundial de 1986 le llegó a México de manera circunstancial y de la misma forma casi se le va.
Razones logísticas y financieras impidieron que Colombia lo organizara como sede original y así fue como nuestro país acogió el torneo que estuvo en riesgo de celebrarse por el terremoto de un año antes.
Hace 30 años, el 19 de septiembre de 1985 tuvo un amanecer tristemente histórico: un sismo de 8.1 grados dejó al menos 10 mil muertos y casi 3 mil inmuebles dañados en la Ciudad de México.
El deporte no fue inmune a las consecuencias, más cuando la ciudad destruida se preparaba para recibir la Copa del Mundo ocho meses después.
“La FIFA realizó una reunión de urgencia en Río de Janeiro con la presencia de su Presidente (Joao Havelange) y al término de la reunión, Abilio Almeida (del Comité Organizador de México 86), declaró que no se puede cambiar de sede cuando faltan nueve meses para el inicio porque todo está preparado para recibir a los equipos y al turismo”, escribió la Agencia EFE el mismo día de la tragedia.
Esta información pasó a la historia en el libro “Nada, nadie”. Las voces del temblor de Elena Poniatowska, que recupera otro cable con una declaración de Guillermo Cañedo, entonces Presidente del Comité Organizador, quien reiteraba que el Mundial no se suspendería por el terremoto, si bien la frase que la historia le atribuye es más polémica.
“Podrá caerse la ciudad, pero los estadios del Mundial siguen en pie”, habría dicho el dirigente.
El Comité Organizador ya había enviado ese día un mensaje hasta la sede de FIFA para garantizar la solidez de las instalaciones, además de que Cañedo viajó días después a Suiza para terminar de calmar las angustias, luego de que FIFA ya imaginaba el Mundial en Alemania, para 1987, con el fin de que los germanos tuvieran tiempo de prepararse.
Mientras, en el D.F. el Estadio del Seguro Social cambiaba de rostro y de ser el icono beisbolero de la ciudad se convertía en el gigantesco anfiteatro a donde eran llevados cientos de cadáveres, además de que el cronismo deportivo perdió a uno de los suyos: Gustavo “Conde” Calderón, fallecido en uno de los edificios colapsados.
Ese día, América y Atlante estaban concentrados para disputar la Ida de Semifinales del torneo Prode 85, misma que solo se postergó tres días hasta que las Águilas llegaron a la Final, aunque ya sin su figura, Daniel Alberto Brailovsky, quien huyó del país por la catástrofe.
Las Águilas se coronaron el 6 de octubre en un Estadio Azteca que no se llenó porque el ánimo no era el propicio para las celebraciones deportivas.
Ese síntoma estuvo presente en la inauguración del Mundial, cuando por poco fue la afición mexicana y no la alemana la que sonrió ante el torneo, no sin antes dejarle en la inauguración una rechifla histórica al entonces Presidente Miguel de la Madrid, a quien se le criticó la tardanza para pedir ayuda al extranjero, pues se creía que así actuó para evitar que las alarmas de la FIFA fueran mayores.
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