El investigador del Departamento de Bioquímica del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) destacó que cada chicle es un foco de contaminación, ya que contiene microorganismos de la persona que lo masticó.
Por ejemplo, si padece tuberculosis, salmonelosis o un estafilococo, al desecharlo en el piso esas bacterias se esparcirán en el aire y también será un acumulador del polvo, la tierra y la inmundicia de la ciudad, agregó.
¨La situación se vuelve preocupante cuando se sabe que aproximadamente 20 por ciento de la superficie del Centro Histórico está cubierta de chicles”. señaló.
Precisó que a pesar de que existen máquinas especiales para desintegrarlos y removerlos del suelo, la cantidad supera el presupuesto para el mantenimiento de las
máquinas y la velocidad con la que se vuelve a llenar de chicles la calle, no permite ver avances.
Es de destacar que “un chicle cuesta 25 centavos, y eliminarlo del piso cuesta 75 centavos”, señaló el académico en un comunicado.
Por esa razón, Calderón Salinas recomendó evitar arrojar la goma de mascar al piso y pidió envolverla en un trozo de papel o envoltura del mismo producto y depositarla en un contenedor de basura.
Indicó que para transmitir este mensaje de alerta y crear conciencia en la población el colectivo de arte TRES, montó la exposición “Chicle y Pega”, cuyo trabajo se caracteriza por convertir la basura en arte.
Este proyecto es realizado en colaboración con científicos del Laboratorio de Bioquímica Médica, del Departamento de Bioquímica Cinvestav, para presentar este fenómeno desde los puntos de vista científico y artístico, señaló.
Más allá del riesgo sanitario, los chicles también simbolizan un hábito de consumo y desecho; son objetos que modifican visual y estéticamente la ciudad, mencionó el investigador.
“Para la exposición trabajamos cerca de cuatro meses con el colectivo, donde la parte de reflexión artística era la reconstrucción de los chicles como fósiles urbanos y mostrarlos como una constelación en el piso de la Ciudad”, dijo.
“Nuestra aportación desde la ciencia fue analizar los contaminantes y la composición microbiológica de los chicles”, comentó Calderón Salinas.