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FOTOS: ¿Adónde va el amor cuando se acaba? Un museo para corazones rotos

Tiempo de San Valentín: época de amores, ilusiones y promesas de amor eterno. Pero todos sabemos que el amor raramente dura toda la vida aunque a veces finjamos ignorarlo. También hay sanvalentines tristes, en los que la espina de un amor recién perdido puede ser muy dolorosa y nos incita a destruir todos los recuerdos de lo que un día fue una ilusión compartida.

Cuando el amor se desvanece los objetos que jalonaron una vida en común no tienen por que ser pasto de las llamas o acabar en la basura. Un mejor destino para todos ellos es el Museo de las Relaciones Rotas de Zagreb, “un viaje emocional” y curioso sobre lo que fue y ya no será.

No hay dos relaciones iguales y sorprende descubrir los objetos que para una persona han sido realmente significativos durante la historia de un amor, muchas veces diametralmente alejados de los anillos de compromiso, los ositos de peluche o las fotografías, aunque todo ello se puede encontrar también en sus vitrinas.

LA HISTORIA DE UN FRACASO

La idea de mostrar al mundo los vestigios de un amor malandado y su posible efecto “terapéutico” sobre el dolor surgió de la historia de un fracaso: el los artistas Drazen Grusbisic y Olinka Vistica, que decidieron poner fin, de manera amistosa, a cuatro años de relación y tuvieron que enfrentarse a la dura tarea de dividir las cosas en común y los regalos que se habían intercambiado en ese tiempo.

El origen estuvo en una pregunta: “¿No sería genial que existiera un museo donde poder guardarlos todos (los objetos) una vez que una relación se termina?, explicó Vistica a Efe durante la presentación en París de una exposición itinerante con fondos del museo de Zagreb y otros recogidos en esa ciudad.

El punto de partida es que “la ruptura también es amor”, solo que desde un ángulo diferente, según Grubisic, “solo porque una relación termine no hay por qué olvidarla y deshacerse de todo, porque si existió significa que también hubo buenos momentos”.

Lo que el museo propone, explicó Grubisic, es “un acercamiento positivo” y desde “una perspectiva humana” a las relaciones, pasando por todo tipo de emociones, como “la tristeza, la rabia, la aceptación y también el humor”. Trata sobre lo que “son la vida y el amor realmente”, alejados de “los cuentos de hadas”.

Todas estas ideas se plasmaron en lo que sería el Museo de la Relaciones Rotas, que nació en 2006 como una exposición itinerante para luego hacerse Museo con sede de Zagreb y que ofrece, según su página web, “una oportunidad de superar un derrumbe emocional a través de la creación, contribuyendo a la colección del museo”.

UNA CEREMONIA SOLEMNE

El museo propone que exhibir en sus vitrinas un recuerdo de amor sea una especie de “ritual” o de “ceremonia solemne”, pues la sociedad que nos reconoce con bodas, funerales o fiestas de graduación “no niega cualquier tipo de reconocimiento formal de fin de una relación, a pesar de su fuerte efecto emocional”.

Unas esposas forradas de peluche rosa, un vestido de novia, ropa interior, un viejo teléfono móvil, una radio o una cafetera, son algunos objetos que pueden encontrarse en sus vitrinas.

Pero también hay elementos más chocantes como un hacha, llegada desde Berlín, de la que se sirvió una persona para reducir a astillas los muebles dejados en su casa por la mujer que la abandonó, o un enano de jardín reconstruido con pegamento, después de que uno de los componentes de la expareja lo lanzara contra el parabrisas del coche del otro.

También los hay sorprendentes como una pierna ortopédica, lo que queda de la historia de amor entre un herido de guerra y una enfermera, un espray nasal o unas rastas, que por raro que nos parezcan para resumir un amor han tenido un hondo significado para su propietario.

Cada objeto donado viene expuesto con las fechas de inicio y final de la relación, la ciudad y país de origen, así como una historia escrita por el dueño del objeto. La web del museo recomienda a los posibles donantes que, en este relato, sean “francos, tímidos, furiosos, imaginativos, ingeniosos o tristes”, los únicos límites es no dar nombres completos o datos que puedan llevar a reconocer a otra persona y no ser ofensivos o discriminatorios.

Desde su sede en el palacio barroco de Kumer, en la zona alta de  Zagreb, el Museo de la Relaciones Rotas propone así un “viaje emocional único alrededor del mundo” a través de cientos de objetos que sus dueños han preferido no destruir pues “un día podrían arrepentirse”, advierte la web del museo, y han preferido “tomar parte de la creación de historia emocional colectiva”.  EFE

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