Una brasileña bautizada como Rogeria y que por error fue registrada como Rogerio y de sexo masculino, está embarazada por tercera vez y finalmente, después de varios años, ha podido convencer a las autoridades de que realmente es mujer.
Rogerio Ramos Nogueira, como figura aún en sus documentos, no ha podido inscribir debidamente en el registro civil a sus dos primeros hijos pues la justicia y la propia naturaleza humana dicen que un hombre no puede ser madre.
Ya había intentado corregir el error en otras oportunidades, pero ante su tercer embarazo decidió que eso no ocurriría con el bebé que espera para el mes próximo.
Para ello emprendió una verdadera cruzada legal que supuso lidiar con unos innumerables y engorrosos trámites a fin de comprobar a la pesada burocracia judicial que en realidad todo fue producto de un error ocurrido hace 24 años.
Aunque nació en marzo de 1989, Rogeria fue inscrita por su padre cuatro años después y fue entonces cuando un despistado funcionario la anotó como Rogerio y, para peor, marcó masculino en las casillas correspondientes al sexo sin que su progenitor percibiera el equívoco.
Rogeria no pudo inscribir a su primer hijo en el registro civil porque sus documentos decían que ella era hombre, razón por la cual también se le había impedido contraer matrimonio con el padre de los pequeños.
“Ha sido todo muy difícil. Hasta tuve que escuchar alguna vez a un funcionario que se burlaba e insinuaba que yo era transexual”, declaró Rogeria a medios locales de la ciudad de Río Branco, capital del estado amazónico de Acre, donde reside.
El caso ganó notoriedad primero con un canal de televisión de esa región fronteriza con Bolivia y luego cobró dimensiones nacionales cuando Rogeria denunció su problema en una entrevista con el portal G1, del grupo Globo.
La joven explicó que buscó ayuda legal hace más de cuatro años, pero por su precaria condición económica no pudo pagar en su momento los costosos exámenes ginecológicos y demás trámites requeridos para comprobar que es mujer.
“Muchas veces tuve que elegir entre comprar leche para mis hijos o hacer un examen y obviamente compré la leche”, declaró Rogeria.
El caso fue entonces asumido de oficio por la defensora pública Clara Rubia Roque Pinheiro, quien esta semana, después de casi nueve meses de trámites, logró convencer a los jueces del error.
“Finalmente hubo sentencia, un tribunal admitió el equívoco y ya comenzó el proceso para corregir la documentación de Rogeria, quien ahora podrá registrar a sus hijos e incluso casarse”, dijo a Efe Roque Pinheiro.
Según la funcionaria, la Defensoría Pública de Acre atendió sólo durante el año pasado unos 600 casos de rectificaciones de registro, pero en su mayoría se referían a pequeños errores con los nombres.
“Eso suele ocurrir. Hay muchos casos de errores en los registros, pero no es nada común que se den al mismo tiempo con el nombre y con el sexo, lo cual supone un doble problema”, explicó Roque Pinheiro.
Otros casos no tan extraños para la Defensoría Pública tienen que ver con errores en certificados de óbitos, que dan como muertas a personas que en realidad están vivas.
Con esa situación lidia desde el pasado mes de enero el jardinero José Leandro Mourao, de 53 años, quien a fines de 2012 fue al banco a retirar dinero de su cuenta y le fue negado, porque la institución había recibido un certificado que informaba sobre su muerte.
El certificado, remitido de oficio por la justicia, decía que un hombre con su mismo nombre y su mismo número de cédula de identidad había fallecido semanas antes en un hospital público de Brasilia.
Fuentes del hospital dijeron a Efe que las sospechas apuntan a que el funcionario que registró la muerte se equivocó al momento de anotarla en el sistema informático, en el que ya constaba el nombre del jardinero, quien ya había sido atendido en ese centro.
Así como Rogeria con su sexo, ahora Mourao enfrenta un engorroso proceso para demostrar que sigue muy vivo, al tiempo que la policía ha iniciado una investigación para establecer quién fue la persona que falleció ese día en el hospital.