Este era un juego que parecía no acabar nunca. Ni debería acabar, quizá. Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, dos de las estrellas jóvenes más brillantes del tenis masculino, cruzaron golpes de la mejor calidad y la ventaja cambió de manos un sinfín de veces durante cinco admirables sets que se prolongaron 5 horas y 15 minutos, hasta que Alcaraz ganó el último punto a las 2:50 de la madrugada del jueves, el final de partido más tardío en la historia del torneo.
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Era “sólo” un duelo de cuartos de final, sin trofeo en juego, pero fue el encuentro más apasionante de esta edición del Abierto, que concluyó 6-3, 6-7 (7), 6-7 (0), 7-5, 6-3 con una victoria para el español Alcaraz, de 19 años y 3er cabeza de serie.
“Sinceramente”, dijo Alcaraz, que salvó un match point en el cuarto set. “Aún no sé cómo lo hice”.
También empleó palabras como “increíble” y “impresionante”. No exageraba.
“Esta dolerá un tiempo”, dijo de la derrota Sinner, italiano de 21 años. “Pero mañana me levantaré -o hoy me levantaré- y de algún modo intentaré (mirar) sólo lo positivo”.
Sinner y Alcaraz se abrazaron al terminar el último punto, el 382do. Un estrechón de manos en la red no habría bastado.
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Alcaraz llegó a su primera semifinal de un Grand Slam y es el hombre más joven en llegar tan lejos en un Abierto de Estados Unidos desde que Pete Sampras se llevó el título a los 19 en 1990.
Tiene la oportunidad de alcanzar el número uno de la clasificación la semana que viene, y el viernes se enfrentará al 22do preclasificado, el estadounidense Frances Tiafoe. La otra semifinal masculina enfrentará ese día al 5to cabeza de serie, el noruego Casper Ruud, con el 27mo, el ruso Karen Khachanov.
Tras su victoria más convencional en tres sets sobre Andrey Rublev en cuartos de final, Tiafoe hizo un acertado augurio cuando le preguntaron por Alcaraz y Sinner.
“Sólo espero que jueguen un partido maratónico, superlargo”, dijo Tiafoe con una sonrisa, “y lleguen muy cansados al viernes”.
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Cando le preguntaron después cómo se había sentido frente a Sinner, Alcaraz comenzó con una respuesta rápida, “me sentí genial”.
Después hizo una pausa y sonrió antes de añadir que “bueno, probablemente al final del partido estaba al límite”.
Incluso con miles y miles de asientos vacíos, quedaba gente suficiente para hacer ruido, en ocasiones como si en la grada estuviera llena. Los dos jugadores hacían gestos al público para que gritaran aún más. Y naturalmente, los aficionados respondían.
“Podría haber terminado en tres sets. Podría haber terminado en cuatro sets. Podría haber terminado en cinco sets”, dijo Sinner. “Ambos queríamos ganar, desde luego. Los dos hicimos todo lo que pudimos”.
Estuvo tan igualado como podía estar. Los momentos destacados fueron demasiados para enumerarlos. En uno de ellos, Alcaraz ganó un punto tras alargar un peloteo pasando la raqueta por detrás de su espalda para llegar a la pelota. En otro, el español cayó de espaldas, pero se levantó de un salto y corrió para asestar un revés que ganó ese punto.
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