Cada año, miles de asistentes acuden a ver las enormes olas del río Qiantang.
Al sureste de la República Popular China, se sostiene una extraña tradición que consiste en simplemente a cercarse a contemplar cómo el río Qiantang deja caer su furia sobre la bahía de Hangzhou.
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Sí: el célebre río produce en esa zona un oleaje muy fuerte que se genera cuando las olas de su desembocadura se enfrentan a las fuerza opuesta de la corriente que trae el caudal, lo que provoca el fenómeno (llamado bore o macareo), más grande del mundo. Una ola puede alcanzar los 9 metros de altura y llega a alcanzar una velocidad de 40 kilómetros por hora.
Gracias a este fenómeno es que el lugar se ha convertido en un atractivo anual para el turismo, dado que la gente acude a la bahía solo para presenciar el espectáculo natural. Según el periódico estadounidense The Atlantic, se llegan congregar más de 660 mil personas a la orilla del río Qiantang para atestiguar el espectáculo.
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El río Qiantang y su atractivo
Aunque acudir a ver el oleaje es algo muy típico en China, en agosto de 2013 un tifón provocó que las olas duplicaran su fuerza y altura, lo que terminó por romper la barrera del río arrastrando e hiriendo a varios espectadores.
Incluso han existido intentos de surfeo en las olas del río Qiantang. En 1984, Stuart Matthews puso mantenerse sobre su tabla por 11 segundos. Luego, en 2007 un grupo internacional de deportistas logró superar el récord recorriendo más de 17 kilómetros en la misma ola (más de una hora). Asimismo, en septiembre de 2008 un grupo de surfistas estadounidense convenció al gobierno chino de permitirles usar una sección del río para surfear. Finalmente, en 2013 la marca Red Bull organizó la primera competición en el río.