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La historia de supervivencia de unos migrantes frente a un vigilante fronterizo que trata de darles caza conforma la base de “Desierto”, segundo filme de Jonás Cuarón, quien en una charla destacó la belleza y la crueldad de un paisaje que no distingue entre fronteras ni nacionalidades.
“A diferencia de los humanos, que vemos arbitrariamente diferencias entre unos y otros según la nacionalidad, para el desierto todos son lo mismo, tanto el estadounidense como el mexicano. Son lo mismo y no va a perdonar ni a uno ni otro”, explicó el director sobre su filme.
El tráiler de esta película se estrenó hoy y cuenta con el mexicano Gael García Bernal como punta de lanza del reparto.
Sobrino e hijo de cineastas, Jonás Cuarón (Ciudad de México, 1981) firmó junto a su padre, Alfonso Cuarón, el guión de la renombrada cinta espacial “Gravity”, una película con la que “Desierto”, que se estrenará en marzo, comparte algunos rasgos.
“Un humano, en un ambiente como el desierto o el espacio, no importa de dónde venga o quién sea: todos tenemos que sobrevivir de una manera u otra”, indicó.
Tras “Año uña” (2007), su experimental y original debut en el mundo del largometraje, y los cortos “Aningaaq” y “The Shock Doctrine”, Cuarón afronta con “Desierto” su primera gran producción y lo hace apostando por el cine de género de acción y de terror, al estilo de las películas estadounidenses de los años 70 de las que se declara admirador.
El realizador afirmó que a través de las películas de género se puede hablar sobre la migración “no solo a los ya convertidos”, y sostuvo que mientras las cintas dramáticas apuntan a la razón y el cerebro, los filmes de terror conectan con el espectador “de una manera muy visceral, con el estómago, como si fuera casi una reacción instintiva”.
En “Desierto”, Gael García Bernal se pone en la piel de Moisés, un mexicano que trata de llegar a Estados Unidos con un grupo de migrantes para reencontrarse con su hijo, y que tendrá que hacer frente a un patrulla fronteriza (Jeffrey Dean Morgan) y su perro decididos a darles caza, casi como si fueran animales.
El objetivo de Cuarón era “tener al público agarrado del asiento” durante toda la película para crear “una experiencia entretenida, pero muy tensa” para los espectadores.
Casi sin diálogos, “de pura acción” y ambientada en un paisaje áspero, solitario y muy duro, la película también pretendía utilizar un lenguaje universal, según el director, ya que se ambientó en América del Norte pero también pudo haberse situado en fronteras de África, Oriente Medio o el Mediterráneo.
Relató también que la idea para “Desierto” surgió hace años durante un viaje por Arizona (Estados Unidos), cuando pudo conocer las historias que suceden en la frontera entre EE.UU. y México.
“Yo viví muchos años en Estados Unidos y toda esa retórica de odio que manejan los políticos y los medios de comunicación en contra de los inmigrantes, eso también me interesaba mucho”, argumentó Cuarón.
Añadió que construyó el personaje del vigilante estadounidense como una figura “frágil”, pues muchas veces son las personas frágiles las que llegan a “extremos muy oscuros” por esa retórica del odio.
Frente a él, retrató al personaje de García Bernal, a quien definió como su “aliado número uno” por su interés y conocimiento sobre los temas migratorios, como “un héroe” con una cara reconocible, ya que en muchas ocasiones se habla de los extranjeros “como presencias casi inhumanas”.
Acerca del creciente debate en Estados Unidos sobre los migrantes hispanos, en especial por los comentarios del aspirante republicano a la presidencia Donald Trump, Cuarón consideró que en épocas de elecciones es una discusión muy presente porque los migrantes son “un chivo expiatorio” para los políticos.
“Es más fácil echarle la culpa a la gente que viene de fuera que tomar responsabilidades y ver las cosas que uno puede hacer para solucionar problemas”, aseguró.
Con su padre Alfonso Cuarón y su tío Carlos Cuarón también como productores en “Desierto”, Jonás Cuarón señaló que, al crecer en un entorno y una familia en que se hablaba mucho de cine, “era un poco inevitable” trabajar en el séptimo arte.
“Espero que mi hijo se vuelva doctor”, bromeó el cineasta.