Dos explosiones en centros de registro de electores causaron hoy más de medio centenar de muertos y decenas de heridos en Afganistán, en medio de una nueva dinámica de ataques insurgentes contra objetivos electorales a pocos meses para los comicios parlamentarios del 20 de octubre.
Al menos 57 personas murieron y 119 resultado heridas en un atentado suicida contra un centro de registro de votantes en el oeste de Kabul, informó hoy a Efe el portavoz del Ministerio de Salud Pública afgano, Wahidullah Majroh.
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La fuente señaló que esa es la cifra definitiva de víctimas una vez finalizado el trabajo de evacuación en el lugar del atentado.
«Esperamos que la cifra de muertos no aumente por los heridos en condición crítica», añadió, sin precisar cuántas personas se encuentran en esa condición.
El ataque se produjo alrededor de las 10.00, hora local (5.30 GMT) en el área de Qala-e-Nazir, una zona del oeste de la capital con gran población de la minoría chií hazara, habitual blanco de los ataques del Estado Islámico.
Un suicida se inmoló entre las personas que aguardaba en cola para registrarse en el centro, muchos de ellos niños y mujeres, indicó a Efe el portavoz de la Policía de Kabul Hashmatullah Stanekzai.
La acción fue reivindicada por el EI en un comunicado difundido en Telegram, cuya autenticidad no ha podido ser verificada, en el que afirmó que un «mártir» detonó un chaleco con explosivos contra un grupo de electores «herejes» y «politeístas».
También hoy en el norte del país un artefacto explosivo colocado en la carretera estalló al paso de un vehículo con civiles cerca de un centro de registro electoral en la provincia de Baghlan.
Tres mujeres, dos niños y un hombre han muerto y otros tres resultaron heridos en la explosión de acuerdo con un comunicado del Ministerio de Salud Pública.
«La bomba fue situada en la carretera cerca de un centro de registro de votantes, pero impactó a un coche de civiles que pasaban por la zona para asistir a un funeral», indicó a Efe el portavoz de la Policía de Baghlan, Zabihullah Shujah.
El presidente afgano, Ashraf Gani, reaccionó condenando los dos «atroces» ataques en un mensaje en la red social Twitter en el que también anunció que ha ordenado el apoyo de las instituciones a las víctimas y sus familiares.
La misión de la ONU en Afganistán (UNAMA) también reacciono condenando en un comunicado «el cruel desprecio por la pérdida de vidas de civiles» de los insurgentes.
La UNAMA denunció además lo que parece un «exhaustivo e inaceptable esfuerzo de los extremistas por disuadir a los ciudadanos afganos de cumplir con su derecho constitucional de tomar parte en las elecciones».
Los ataques de hoy no son los primeros contra oficinas de registro de electores desde que la semana pasada comenzó el proceso para actualizar el padrón con vistas a las elecciones parlamentarias, pospuestas durante más de tres años y primera cita electoral desde las presidenciales de 2014 en el país asiático.
El jueves hombres armados dispararon desde una motocicleta contra dos policías que vigilaban un centro de registro de votantes en Jalalabad, capital de la provincia oriental de Nangarhar.
«Todavía no sabemos quién está detrás del ataque ya que los talibanes y el EI están activos en Nangarhar», dijo hoy a Efe Attaullah Khogyanai, portavoz del gobernador provincial.
El martes, en la provincia central de Ghor un grupo de talibanes atacó otro centro de registro de electores secuestrando a tres empleados de esa oficina y dos policías.
Finalmente, los cinco fueron liberados al día siguiente gracias a la mediación de líderes tribales locales.
En lo que va de año la capital afgana ha sido objeto de varios atentados, el más importante el perpetrado a finales de enero por los talibanes con una ambulancia bomba que explotó en el medio de la calle en un céntrico barrio de Kabul matando a más de un centenar de personas.
Tras ese ataque, las autoridades de la capital han revisado todo el plan de seguridad de la ciudad y lo han sustituido para evitar grandes atentados.
Gani llamó a finales de febrero a los talibanes a sentarse en la mesa de negociación para encontrar una solución pactada al conflicto que vive el país desde la invasión estadounidense en 2001.
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