MADRID, 5 (EUROPA PRESS)
En contra de lo que se creía desde hace tiempo, el colágeno de tipo I producido por los fibroblastos asociados al cáncer no favorece el desarrollo del cáncer, sino que desempeña una función protectora en el control de la progresión del cáncer de páncreas, informa un nuevo estudio de investigadores del MD Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas. Este nuevo conocimiento respalda nuevos enfoques terapéuticos que refuerzan el colágeno en lugar de suprimirlo.
El estudio, publicado en la revista ‘Cancer Cell’, ha encontrado que el colágeno actúa en el microambiente del tumor para detener la producción de señales inmunes, llamadas quimiocinas, que conducen a la supresión de la respuesta inmunitaria antitumoral. Cuando se pierde colágeno, aumentan los niveles de quimiocinas y se permite que el cáncer crezca más rápidamente.
«El colágeno ha sido el componente más estudiado del microambiente tumoral durante décadas, pero su función precisa no está clara –señala el autor principal Raghu Kalluri, catedrático de Biología del Cáncer–. Ahora, entendemos que es parte de una estrategia de defensa del cuerpo contra el cáncer. Si podemos comprender mejor esa estrategia, incluso si puede ser subóptima, podemos trabajar para apuntalar las defensas naturales de nuestro cuerpo para tener un impacto terapéutico».
El colágeno, la proteína más abundante en el cuerpo humano, es producido por una clase de células llamadas fibroblastos y se encuentra principalmente en huesos, tendones y piel. La proteína también tiende a acumularse dentro y alrededor de los tumores durante el desarrollo y crecimiento del cáncer, lo que lleva a los investigadores a plantear la hipótesis de que ayuda a promover el crecimiento tumoral, la metástasis o la resistencia a los medicamentos, explica Kalluri.
Para investigar estas posibilidades y aclarar el papel del colágeno, el equipo de investigación creó un modelo de ratón en el que los fibroblastos asociados al cáncer no producen colágeno durante el desarrollo del cáncer de páncreas. Después de eliminar genéticamente el colágeno de estas células, llamadas miofibroblastos, más del 50% del colágeno total estaba ausente en el microambiente del tumor.
Con el colágeno reducido, el crecimiento del cáncer de páncreas se aceleró y la supervivencia general de los ratones disminuyó significativamente, lo que sugiere que el colágeno juega un papel importante en el bloqueo de la progresión del cáncer.
Los investigadores buscaron más para comprender cómo el colágeno estaba afectando el desarrollo del tumor. En los tumores con colágeno reducido, las células cancerosas producen niveles más altos de quimiocinas que se sabe que atraen las células supresoras derivadas de mieloides (MDSC), un tipo de célula inmunitaria que amortigua la respuesta inmunitaria antitumoral.
De hecho, los investigadores encontraron que los tumores deficientes en colágeno tenían más MDSC presentes y menos células inmunes, como las células T y las células B, que podrían generar una respuesta antitumoral eficaz. Curiosamente, el bloqueo de la actividad de señalización de las quimiocinas con terapias dirigidas revirtió el perfil inmunológico en estos tumores y ralentizó la progresión del tumor, llevándolo de nuevo a un nivel similar al de los controles.
«Esto fue algo sorprendente porque pensamos en el cáncer de páncreas como un cáncer con una vigilancia inmunitaria deficiente, con un microambiente tumoral inmunosupresor –reconoce Kalluri–. Sin embargo, este estudio muestra que el sistema inmunológico en realidad está controlando el crecimiento del tumor pancreático hasta cierto punto, y vemos un microambiente tumoral inmunosupresor aún más perjudicial cuando se pierde el colágeno».
Al señalar que el cáncer de páncreas es uno de los tipos de tumores más agresivos con malos resultados en general, Kalluri reconoció que el colágeno por sí solo puede no ser un mecanismo de defensa particularmente efectivo, pero muestra que nuestros cuerpos están haciendo todo lo posible para controlar el desarrollo del cáncer.
Compara la respuesta del cuerpo con un automóvil con frenos defectuosos. El automóvil no puede detenerse tan eficientemente como lo haría con buenos frenos, pero es mejor que un automóvil sin frenos en absoluto.
El reto ahora, explica Kalluri, es identificar una estrategia terapéutica que solucione esos frenos, aumentando los niveles de colágeno o potenciando sus efectos secundarios para reforzar aún más la respuesta antitumoral. La exploración de estas estrategias será el objetivo de los futuros trabajos del equipo de Kalluri.