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Alzarse sobre la realidad: secreto del éxito de Djokovic

Para sus detractores, Novak Djokovic se ha mostrado arrogante y temerario frente a una pandemia letal. Pero los estudiosos del juego de este astro del tenis dicen que el secreto de su éxito radica en que ha sabido torcer la realidad. Hasta ahora.

La épica vertiginosa que se desarrolla en Australia en torno a su negativa a vacunarse contra el coronavirus ha consolidado su imagen como la personalidad desafiante del tenis masculino y ha convertido al número uno mundial involuntariamente en un héroe del movimiento antivacuna. Se ha ganado un apodo nuevo y seguramente indeseado: No-vax.

En muchos sentidos, Djokovic ha manejado la pandemia como un partido de tenis, al ignorar las probabilidades adversas y preferir la medicina alternativa a la tradicional. A lo largo de los años ha buscado la aptitud física y mental consultando a gurús espirituales, yaciendo en cámaras hiperbáricas, visitando “pirámides” sanadoras y trabajando con un coach para desarrollar destrezas de distorsión de la realidad.

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Pero la realidad actual es que todos los participantes en el Abierto de Australia, que comienza el lunes, deben vacunarse contra el COVID-19 o mostrar un certificado médico de exención válido. El ministro de inmigración australiano canceló la visa de Djokovic el viernes por razones de salud y “buen orden”.

Djokovic, que apeló la decisión, probablemente será deportado y se encuentra en el centro de un tema polarizador con fanáticos en ambos lados del debate en torno a la vacuna.

Para el serbio de 34 años, la situación no podía ser menos oportuna. Se suponía que el Abierto de Australia debía ser la coronación de una gran carrera al competir por su 21er título de Grand Slam, una hazaña que lo alzaría por encima de Roger Federer y Rafael Nadal, rivales con los que comparte el récord de 20.

Jugadores y exentrenadores suyos lo han exhortado a aceptar la vacuna, le han dicho que el tenis lo necesita en la cancha, no en el centro de un debate político.


“Todo esto podría haberse evitado con solo vacunarse como hemos hecho todos, haciendo lo que había que hacer para venir a Australia”, dijo Garbiñe Muguruza, una española de 28 años campeona de dos Grand Slam y tercera preclasificada, en una conferencia de prensa previa al torneo. “Todos conocían muy claramente las reglas. Hay que acatarlas y punto. No me parece tan difícil”.

Boris Becker, un ex número uno que fue el entrenador de Djokovic de 2013 a 2016, dijo que la misma audacia y terquedad que alimentan la fuerza de Djokovic en la cancha pueden ser también una fuente de debilidad.

“Es un peleador callejero. Esa es su mentalidad y lo ha vuelto tan grande y tan exitoso. Es difícil cambiar eso”, dijo Becker en una entrevista reciente con BBC Sport.

Djokovic suele atribuir su tenacidad al hecho de haberse criado en un país devastado por la guerra como era Serbia en los años 90. Serbia lo venera como un héroe nacional que superó las dificultades de un país económicamente paralizado por la guerra, con escasa tradición tenística y pocas canchas hasta convertirse en el número uno del mundo.

De niño, en Belgrado, contrajo la pasión del tenis. Se entrenaba en un club que utilizaba una piscina de natación vacía como cancha improvisada. Ha relatado cómo los entrenamientos eran interrumpidos por bombardeos de la OTAN, cómo pasaba noches enteras con su familia en los refugios durante la guerra por Kosovo.

Los traumas emocionales a edad tan temprana le dieron una perspectiva para superar la adversidad y cristalizar su motivación.


“La mayoría de la gente no decide lo que quiere en la vida a los seis años, pero yo sí”, escribió en su libro sobre dieta y fitness “Serve to Win”, publicado en 2013. Viendo por televisión a Pete Sampras ganar en Wimbledon, decidió que ése sería su destino. “Durante 13 años entregué cada día de mi vida a alcanzar mi meta”.

Djokovic ganó su primer major, el Abierto de Australia, en 2008, pero pasarían tres años antes de que ganara otro.

El punto de inflexión de su carrera fue 2011, cuando ganó 10 títulos, incluidos tres Grand Slam, y alcanzó por primera vez el número uno en el escalafón.

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“Lo que me ayudó no fue una nueva raqueta, una nueva rutina de ejercicios, un nuevo entrenador, ni siquiera un nuevo saque. Fue una nueva dieta», escribió Djokovic en su libro, en el que explicó como la dieta libre de gluten le ayudó a combatir la fatiga que sufría durante los partidos largos, donde a veces caía en la cancha y tenía dificultades para respirar.

Los jugadores hablan con admiración del talento de Djokovic, la agilidad física que le permite hacer jugadas asombrosas y cómo ha dominado su juego mental. “Su mejor rasgo es su mente”, dijo el jugador estadounidense Sam Querrey el año pasado.

En 2016, Djokovic se asoció con el coach español Pepe Imaz, quien luego de una carrera discreta como jugador abrió una escuela de tenis en Marbella con el lema “Amor y Paz”. Después de trabajar con Imaz empezó a hacer el gesto que se ha vuelto característico, de girar a los cuatro lados de la cancha cuando gana y saludar a los fans desde el corazón.

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También empezó a practicar meditación para calmar su mente y aprendió técnicas de visualización que según él le permiten elevarse por encima de situaciones estresantes.

Djokovic describió el método a una audiencia en la academia de tenis en 2016 sentado en un escenario junto a Imaz. Imagina que estás en tu auto en un embotellamiento y te sientes furioso y confundido por los autos, la gente, los ruidos, dijo.

“¿Qué sucede si por un segundo, en lugar de ser parte del tráfico estás fuera del tráfico sobre la ladera y estás observando el tráfico?”, dijo Djokovic.

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Ha aplicado esas técnicas al tenis.

Después de salvar dos match points para derrotar a Federer en cinco sets en la final de Wimbledon de 2017, Djokovic explicó cómo pudo superar el que fue “probablemente el partido más mentalmente exigente” de su carrera al jugar contra el tenista más querido de todos los tiempos.

“Cuando la multitud corea ‘Roger’, yo escucho ‘Novak’”, dijo. “Trato de convencerme a mí mismo”.

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