MADRID, 6 (EUROPA PRESS)
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha pedido al presidente de China, Xi Jinping, que facilite en la medida de lo posible las condiciones para garantizar una visita «fidedigna» de la ONU a la región de Xinjiang, donde el Gobierno chino ha sido acusado de la comisión de atrocidades contra la minoría musulmana uigur.
El Gobierno chino ofreció hace unas semanas a la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, la posibilidad de visitar la región en los próximos meses para evaluar de primera mano la situación de la minoría — objeto, según ONG, activistas y gobiernos occidentales, de una posible campaña de genocidio y represión sistemática por parte de las autoridades de Pekín — siempre y cuando su viaje tenga un carácter «amistoso» y apolítico.
En respuesta, Guterres ha expresado «su expectativa de que los contactos entre la oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos y las autoridades chinas permitan una visita fidedigna» de Bachelet, según el comunicado publicado a última hora de este pasado sábado por su oficina.
Asimismo, Guterres también expresó el deseo de una mayor cooperación entre Naciones Unidas y la República Popular China «en todos los pilares del trabajo de la Organización: paz y seguridad, desarrollo sostenible, incluido el cambio climático y la biodiversidad, y Derechos Humanos».
«Frente a los dramáticos desafíos de la pandemia, el cambio climático y la multiplicación de conflictos, el Secretario General subrayó la importancia de la unidad y la solidaridad en un marco multilateral que supere las divisiones geopolíticas», de acuerdo con el comunicado.
VISITA EN PROCESO
Bachelet lleva negociando esta visita desde septiembre de 2018 con una urgencia cada vez mayor conforme ONG como Human Rights Watch o Amnistía Internacional han endurecido sus críticas sobre la situación de los, posiblemente, más de un millón de uigures, una minoría étnica de fe musulmana, que desde hace años están recluidos en centros clandestinos contra su voluntad, donde son esclavizados e incluso sometidos a políticas de esterilización. Estados Unidos y Canadá, que han descrito esta práctica como «genocidio», han impuesto sanciones a China por este motivo.
El Gobierno de Pekín ha reconocido la existencia de dichos centros pero ha matizado que son instalaciones educativas para combatir la ideología extremista y que los alumnos están allí de forma voluntaria. Hasta ahora, se ha resistido a que expertos de la ONU puedan realizar una visita. La última se produjo en 2005.
La situación también se ha traducido en un boicot diplomático de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia y otros países a la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín, que comenzaron el pasado viernes.