Los republicanos en el Senado culpan al Comité Nacional Republicano. El CNR culpa a dos representantes del partido. Ellos culpan al expresidente Donald Trump. Y Trump culpa al líder partidista en el Senado, Mitch McConnell.
En medio de la primera gran disputa interna entre los republicanos de este año electoral, cada facción insiste en ser la verdadera representante del Partido Republicano y su vehículo para recuperar el control del Congreso.
Las desavenencias en torno al voto simbólico del CNR por censurar a dos representantes republicanos que son críticos de Trump ha dejado al descubierto el agudo contraste entre las facciones distintas que luchan por controlar la organización.
El conflicto interno interrumpió un período de relativa paz entre las facciones republicanas, en momentos en que dirigentes del partido insisten en la unión partidista para derrotar a los demócratas en las elecciones legislativas de noviembre.
Pero, al menos por estos días, esa unidad partidista no está ni cerca.
“Mitch McConnell no representa al Partido Republicano, y no representa a los puntos de vista de la vasta mayoría de sus votantes”, dijo Trump en un comunicado el miércoles. En vez de oponerse a la agenda del presidente Joe Biden, aseveró Trump, McConnell “viene al rescate de la izquierda radical y de los que dicen ser republicanos pero no lo son”.
Para enfatizar su argumento, Trump sacó otro comunicado horas después, denunciando que la posición de McConnell “va totalmente en contra de la esencia republicana”.
El punto de discordia era los comentarios que había hecho McConnell el día anterior, en que criticó al CNR por censurar a los representantes Liz Cheney (Wyoming) y Adam Kinzinger (Illinois) en un cónclave partidista en Salt Lake City.
Cheney y Kinzinger son miembros de la comisión de la Cámara de Representantes que está investigando el asalto al Capitolio ocurrido el 6 de enero del año pasado, y que ha enviado citaciones a declarar a varios allegados de Trump.
La resolución del CNR acusa a la comisión investigadora de emprender una “persecución de ciudadanos comunes que participaban en discurso político legítimo”. Esas palabras suscitaron enérgicas condenas de los demócratas e incluso de algunos senadores republicanos.
La disputa se perfila como simbólica de la pugna latente a lo interno del partido, entre Trump y el establishment. Mientras los seguidores de Trump insisten en que la lealtad al exmandatario debe ser incondicional, McConnell y otros voceros del establishment creen que hay límites.
McConnell, por ejemplo, se ha negado a repetir la falsedad propagada por Trump y sus seguidores de que hubo fraude en las elecciones pasadas, aun cuando según las encuestas, la mayoría de los republicanos creen eso.
El líder de los republicanos en el Senado se declaró en contra de la censura hacia Kinzinger y Cheney — los republicanos más críticos de Trump en el Congreso — porque el comité estaba “ensañándose contra miembros de nuestro partido que tienen puntos de vista distintos a los de la mayoría”.
“Ese no es el trabajo del CNR”, declaró McConnell a reporteros esta semana.
Los senadores John Cornyn (Texas), Richard Shelby (Alabama), Lindsey Graham (Carolina del Sur), Susan Collins (Maine) y Mitt Romney (Utah) están entre los republicanos que expresaron reservas por la votación del CNR.
Pero Josh Hawley, el senador republicano de Missouri que encabezó la campaña por impedir la certificación de la victoria electoral de Biden el 6 de enero del año pasado, aseveró que McConnell y los que piensan como él están perjudicando las posibilidades electorales del partido.
“Lo que sea que uno piense sobre la votación del CNR, la votación refleja el punto de vista de la mayoría de los votantes republicanos”, expresó Hawley. “Así que, simplemente le digo, en mi estado, no ayuda que un montón de republicanos en la capital estén criticando al CNR”.
Para muchos republicanos, la disyuntiva antes de las elecciones de mitad de período es clara como el agua: El que no está con Trump está en su contra. Eso se hace más patente en momentos en que Trump está insinuando que se postulará a la presidencia nuevamente en el 2024.
Keith Kellogg, quien fue asesor de seguridad nacional para el entonces vicepresidente Mike Pence, describió la situación enfáticamente en Twitter el miércoles: “Al acercarse las elecciones de mitad de período y pronto vienen las presidenciales del 2024, la gente tendrá que decidir y escoger con quién está. Para mí está claro: Yo estoy con Trump”.
Replicó la ex directora de comunicaciones de Trump, Alyssa Farah: “Yo estoy firmemente en el campo Pence/ McConnell. Ciertas denuncias deben ser inequívocas”.
Los demócratas, por su parte, están tratando de aprovechar la divisiones a distancia.
“Recuperen a su partido de este culto”, imploró la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi en un mensaje a republicanos desde su conferencia de prensa. “Ha sido secuestrado”.
Funcionarios republicanos trataron la disputa interna con diplomacia el miércoles. Muchos se negaron a hacer comentarios, temerosos de ahuyentar a uno u otro sector. Y varios estrategas coincidieron en que la disputa interna no hará sido distraer a los votantes de las condenas que el partido desea lanzar contra el gobierno de Biden.
El CNR trató de pasar la página. La presidenta de esa instancia, Ronna McDaniel, publicó un artículo acusando a la prensa de sacar la resolución fuera de contexto, aunque al mismo tiempo defendió la decisión de disciplinar a Cheney y Kinzinger.
Cuando, en una entrevista el miércoles con el canal Fox News, se le preguntó sobre la resolución, McDaniel respondió: “Está bien que tengamos desacuerdos a lo interno del partido. Nos hace grandes. Es posible tener una carpa grande”. Poco después, sin embargo, insistió en que la decisión de Cheney y Kinzinger de participar en la investigación “fue un paso más allá de lo aceptable”.
“Y esa fue la posición de los miembros del CNR, que representan los votantes de base”, afirmó la republicana.
De hecho, estrategas del partido y funcionarios del partido fuera de Washington coinciden en que los votantes de base están claramente con Trump, sin importar lo que digan algunos senadores republicanos.
“Los votantes republicanos que no están con Trump son, a lo máximo, uno de cada diez”, estimó Gene Ulm, veterano encuestador del partido.
McConnell se está poniendo “en un pelotón de fusilamiento circular”, dijo Ulm, pero Cheney y Kinzinger desde hace tiempo garantizaron su ocaso político al colocarse tan enfáticamente en contra del exmandatario.
“Simplemente no hay un sector de votantes que apoyen lo que están haciendo”, dijo Ulm.
El CNR, entretanto, está desesperado por proyectar unidad en momentos en que faltan solo nueve meses para las elecciones del Congreso.
“Los republicanos en ambas cámaras del Congreso y en todo el país seguimos unidos en nuestros esfuerzos por hacer responsables a los demócratas y a Biden por su propio fracaso en las elecciones de noviembre”, expresó la portavoz del CNR Emma Vaughn.