MADRID, 11 (EUROPA PRESS)
El Gobierno francés ha retenido el envío de vuelta a Rusia de un cuadro de la colección Morozov perteneciente a un oligarca y cedido en préstamo a la Fundación Louis Vuitton para la exposición ‘Iconos del arte moderno’, además de otra pintura de la misma colección.
El resto de la colección, compuesta por unas 200 obras de Gauguin, Renoir, Matisse, Bonnard o Van Gogh y que se encontraban en la capital francesa, no se ha visto afectada por esta decisión y debería ser repatriada a Rusia en los próximos días, según recoge Europa Press de ‘Le Monde’.
Uno de los lienzos en cuestión es un autorretrato realizado en 1912 por el pintor Piotr Konchalovski (1876-1956), considerado el ‘Cézanne ruso’. La pintura pertenece a Petr Aven, un reputado oligarca cercano al presidente ruso Vladimir Putin.
Antes del estallido de la guerra en Ucrania, este exasesor de Boris Yeltsin dirigía Alfa Bank, el banco comercial más grande de Rusia.
El segundo cuadro amenazado es un retrato de Timofeï Morozov pintado en 1891 por el pintor Valentin Serov (1865-1911), antiguo alumno de Ilia Repin y uno de los grandes retratistas rusos. El lienzo fue cedido por el Museo de Arte de Vanguardia de Moscú, creado en 2001 por el empresario ruso Moshe Kantor, primer accionista de la empresa de fertilizantes Acron y también cercano a Vladimir Putin.
«La situación particular de una obra en poder de una fundación privada, vinculada a un oligarca que acaba de ser agregado a la lista de personalidades objeto de medidas de congelamiento, es objeto de examen por parte de los servicios del Estado», han explicado desde el Gobierno
El resto de la colección, cuyo destino ha sido objeto de especulaciones desde el comienzo de la guerra en Ucrania, finalmente no quedará retenido. El motivo es que las obras pertenecen al estado ruso y no a particulares.
La colección Morozov fue nacionalizada en 1918 y hoy está difundida en los principales museos estatales del país, como el Museo Pushkin y la Galería Tretyakov, en Moscú, o el Museo del Hermitage, en San Petersburgo. «Francia quiere devolver la colección, no hay ambigüedad. Son obras de herencia rusa y lo normal es que vuelvan a Rusia», han justificado desde el departamento de Cultura francés.