En cierta ocasión, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, necesitaba acudir personalmente al Senado para romper un empate en una votación, pero antes tenía que evitar que su caravana de autos provocara un atasco vial en la capital estadounidense.
Un senador tenía que votar en la cámara alta antes de que Harris pudiera llegar para poner fin al impasse, pero el legislador estaba en Georgetown, al otro lado de la ciudad de Washington. Si Harris partía en su caravana, el cierre de calles cortaría probablemente la ruta del senador hacia el Capitolio.
Así que ella optó por retrasar su salida.
“Yo estaba hablando por teléfono con el personal del senador, diciéndoles ‘tienen que decirme cuando él esté en su automóvil y cuando haya cruzado la barrera por el centro de la ciudad’”, recordó Kristine Lucius, exdirectora de asuntos legislativos de Harris, sobre la anécdota relacionada con la votación el año pasado para un candidato del gobierno del presidente Joe Biden.
Así de delicado han sido los actos de equilibrio que ha debido desempeñar Harris, cuyo papel como presidenta del Senado ha sido un rasgo definitorio de sus primeros dos años en el cargo. Con la ayuda de un cronograma cuidadoso —e incluso echándole un ojo a los patrones de tráfico cuando es necesario— superó rápidamente a sus predecesores cuando se trata de romper empates.
Afortunadamente para ella, podrá darse un respiro. La victoria del senador Raphael Warnock en la segunda vuelta por el escaño de Georgia significa que los demócratas ampliarán su mayoría a 51 escaños.
Aunque es posible que Harris todavía sea convocada para romper un empate, como cuando hay senadores ausentes, tendrá un poco más de margen de maniobra cuando haya una votación reñida en la cámara alta.
El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, reconoció el miércoles que su bancada “ha estado profundamente agradecida” por los “malabarismos constantes del cronograma” de Harris.
“Es parte de su trabajo, pero creo que ella ha hecho muchas otras cosas buenas”, agregó. “Y ahora tendrá un poco más de tiempo disponible para hacer esas cosas, porque será menor la necesidad de que ella esté aquí”.
Los vicepresidentes estadounidenses tienen una escasa descripción de su trabajo en la Constitución. Una de sus responsabilidades únicas es servir como presidente del Senado, algo que había sido un papel principalmente ceremonial en los últimos gobiernos.
Cuando el ahora mandatario Biden fue vicepresidente durante la presidencia de Barack Obama, no tuvo que romper un solo empate en sus ocho años en el cargo. Pero Harris, exsenadora por California, ha ganado mucha experiencia en ese papel, porque la cámara alta estaba dividida equitativamente, en una era de partidismo marcado.
Una decena de nominados no habrían sido confirmados sin su voto. También ayudó a que se aprobara un paquete de estímulo de 1.900 millones de dólares durante la pandemia de COVID-19. Ella coadyuvó para que la Inflation Reduction Act (Ley para la Reducción de la Inflación), la pieza central de la agenda interna de Biden, cruzara la línea de meta.
En total, ella ha emitido 26 votos de desempate. John C. Calhoun, quien se desempeñó como vicepresidente durante las presidencias de John Quincy Adams y Andrew Jackson, tiene el récord de 31, pero eso fue en el transcurso de casi ocho años, en lugar de los dos que lleva Harris.
En el cronograma de Harris se incorporaron con semanas de anticipación los llamados “Floating holds” (“apartados movibles”) que limitaban sus viajes cuando existía la posibilidad de que ella fuera necesaria en el Capitolio, pues evitaban que se alejara demasiado de Washington.
Pero cuando viajaba, tendía a hacerlo los lunes, jueves o viernes porque la mayoría de las votaciones en el Senado eran los martes y miércoles. Y los viajes cortos a Baltimore o Richmond eran preferibles a que tomara vuelos por el país, lo que haría que regresar rápidamente para una votación fuera logísticamente complicado.
El senador demócrata Tim Kaine, expresó: “Cada vez que estábamos aquí, ella tenía que estar lista, porque incluso las cosas que podrían haber parecido no controvertidas, como las citas y demás, podrían llegar a estancarse”. Harris “nunca fue completamente libre para hacer otros planes”, añadió.
Una de las excepciones fue la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero, a la que Harris asistió poco antes de que Rusia invadiera Ucrania.
“Tan pronto como se apartó eso, la primera persona con la que hablé no fue mi esposo sobre la cobertura de cuidado infantil, sino el jefe de despacho del líder de la mayoría”, recordó Lucius, la exdirectora de asuntos legislativos de Harris. Ella tenía que asegurarse de que Schumer supiera que no podía programar votaciones ajustadas en esos momentos, “porque eso no es algo de lo que puedas alejarte”.
A veces hubo conflictos de cronograma. Harris estaba en Los Ángeles para la Cumbre de las Américas cuando el Senado realizó una votación de confirmación para un funcionario del Departamento de Trabajo.
La nominación se estancó inesperadamente sin que Harris estuviera disponible para desempatar, por lo que los demócratas lo intentaron nuevamente en septiembre. Tuvieron éxito, y ni siquiera fue necesario que Harris rompiera el empate.
“Ella ha estado aquí cuando la necesitábamos”, relató la senadora demócrata Patty Murray. “La acomodábamos cuando las cosas no funcionaban”.
Murray aprecia los viajes de Harris al Capitolio por otra razón además de los desempates. Son oportunidades para conversar sobre políticas, desde autobuses escolares hasta salud materna, con alguien que está a un paso de la presidencia.
“Es una conexión que no se suele tener con un vicepresidente”, afirmó.
Joel K. Goldstein, historiador de la vicepresidencia, dijo que la responsabilidad de Harris puede ser gratificante y frustrante a la vez.
“La ventaja es que ella puede estar allí cuando hay algo que es importante y emite un voto decisivo”, afirmó. “La desventaja es que ella tiene que estar allí”.
Después de todo, la vicepresidencia puede ser un trampolín político, y permanecer atado a ese procedimiento del Senado no suele ser la idea de un líder que ambicione una asignación grande.
Y los peligros de que un vicepresidente no esté disponible para un desempate han sido evidentes antes, como cuando el Senado estaba sopesando al candidato del presidente Calvin Coolidge para secretario de Justicia en 1925.
Creyendo que no era necesario, el vicepresidente Charles G. Dawes fue a su habitación de hotel a dormir una siesta. Cuando despertó, era demasiado tarde para rescatar la nominación con un voto de desempate.
Aunque los vicepresidentes han funcionado como extensiones de la presidencia en la historia reciente, solían operar de manera más independiente de la Casa Blanca, adoptando su función legislativa al presidir regularmente el Senado.
A veces incluso votaron en contra de los intereses del presidente. En 1832, cuando Jackson eligió a Van Buren como embajador en Gran Bretaña, Calhoun se aseguró de que la nominación fracasara, emitiendo un voto de desempate en su contra.
Harris sabía que se le pediría que rompiera empates cuando asumiera el cargo, y no parecía tener muchas ganas de hacerlo.
Poco antes de la toma de posesión, escribió en el San Francisco Chronicle que sólo había habido 268 de esos votos desde la fundación del país.
“Tengo la intención de trabajar incansablemente como su vicepresidenta, incluido, si es necesario, cumplir con este deber constitucional”, escribió Harris. “Al mismo tiempo, espero que, en lugar de llegar al punto de un empate, el Senado encuentre puntos en común y haga el trabajo del pueblo estadounidense”.
Harris emitió sus primeros votos de desempate apenas dos semanas después de asumir el cargo. Ocurrieron antes del amanecer, al final de una sesión de votación maratónica sobre la ley American Rescue Plan (Plan de Rescate Estadounidense), un paquete de estímulo durante la pandemia.
“Está bien, ¿debería hacer esto?” preguntó Harris, golpeando el mazo de marfil una sola vez en el escritorio frente a ella.
“Con el Senado está dividido por mitades, la vicepresidenta vota afirmativamente y se adopta la resolución concurrente modificada”, agregó, asegurando la aprobación del proyecto de ley y alentando el aplauso de los demócratas.
A medida que su número de votos de desempate aumentaba más y más, la vicepresidenta aceptó públicamente su papel.
Durante un discurso en septiembre en la Universidad Estatal de Carolina del Sur, Harris señaló que había emitido más votos de desempate en un solo mandato que cualquiera de sus predecesores. El récord lo tenía anteriormente John Adams, el primer vicepresidente del país.
“Creo que todos deberíamos apreciar plenamente cómo la historia puede dar un giro”, recalcó.
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La periodista de The Associated Press Lisa Mascaro contribuyó para este reportaje.