DENVER, Colorado, EE.UU. (AP) — Cuando Kevin Erickson enciende el motor de su sedán deportivo Plymouth Satellite modelo 1972, se escucha un zumbido leve en lugar de sus sonidos regulares de pistones moviendo el cigüeñal, la gasolina corriendo a través del carburador y el ruido sordo del escape.
Aunque es casi silencioso, el clásico auto musculoso estadounidense no está averiado: ahora es eléctrico
Erickson forma parte de un pequeño aunque creciente grupo de aficionados, pilotos, ingenieros y empresarios de todo Estados Unidos están convirtiendo camionetas y coches antiguos en vehículos eléctricos, no sólo más ecológicos sino también más rápidos.
A pesar de las burlas de algunos puristas que atacan a los autos reconvertidos diciendo que parecen más carros de golf o autos a control remoto, las modificaciones a trenes motrices eléctricos se están volviendo más comunes a medida que avanza la tecnología de baterías y el mundo busca energías más limpias para combatir el cambio climático.
“Los coches a control remoto son rápidos, así que decir eso es realmente un cumplido”, afirma Erickson, cuyo rebautizado “Electrollite” acelera de 0 a 97 km/h (0 a 60 mph) en tres segundos y alcanza un máximo de aproximadamente 249 km/h (155 mph). También aumentan las miradas curiosas a las estaciones de carga eléctrica públicas, que son cada vez más comunes en todo el país.
Erickson —un conductor de vehículos de carga que vive en los suburbios de Denver— compró el auto a fines de 2019, por 6.500 dólares. Luego se embarcó en un trabajo de un año y medio para convertir el automóvil en un sedán eléctrico de 636 caballos de fuerza (475 kW), utilizando paquetes de baterías, un motor y todo el bastidor auxiliar trasero de un Tesla Model S accidentado.
“Esta fue mi forma de tomar el auto que me gusta —mi carrocería favorita— y luego tomar la tecnología y el rendimiento modernos, para mezclarlo todo”, explica Erickson, quien invirtió alrededor de 60.000 dólares en todo el proyecto.
Jonathan Klinger, vicepresidente de cultura automovilística en Hagerty, una compañía de seguros y una marca de estilo de vida automotriz que se especializa en vehículos de colección, sostiene que convertir autos clásicos en eléctricos es “definitivamente una tendencia”, aunque la investigación sobre esta práctica es limitada.
En mayo, la empresa con sede en Michigan realizó una encuesta en la web de unos 25.000 autoidentificados entusiastas de los automóviles en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido. Alrededor del 1% había convertido parcial o totalmente su automóvil clásico para que funcionara con algún tipo de transmisión electrificada.
Las razones principales de los encuestados para convertir sus vehículos fueron mejorar la aceleración y el rendimiento, adoptar un proyecto que sonaba divertido y desafiante, pero también enfrentar las preocupaciones ambientales y de emisiones contaminantes. Alrededor del 25% de los encuestados dijeron que aprueban que los vehículos clásicos se conviertan parcial o totalmente en autos eléctricos.
“Los vehículos eléctricos brindan un rendimiento bastante muy sólo por la naturaleza de la mecánica de su funcionamiento”, asegura Klinger. Por lo tanto, no debe sorprender que un pequeño porcentaje de personas que convierten autos clásicos en eléctricos están interesadas en mejorar el rendimiento. Comparó la tendencia actual al movimiento de los autos hot-rod de la década de 1950.
Pero Klinger, que posee varios vehículos antiguos, no cree que los motores eléctricos reemplacen a todos los motores de combustión interna, especialmente si se considera conservar vehículos históricamente significativos.
“Hay algo satisfactorio en tener un auto antiguo con carburador”, explica, porque el auto luce como cuando era nuevo. Algunos entusiastas quieren preservar el estruendo de los motores originales a gasolina.
Otras barreras para la conversión de automóviles incluyen el conocimiento necesario para abordar un proyecto tan complicado, así como las preocupaciones de seguridad sobre la manipulación de componentes de alto voltaje, la disponibilidad de piezas y el tiempo que lleva demostrar un impacto ambiental positivo.
Debido a que los vehículos clásicos se conducen menos de 2.414 kilómetros (1500 millas) al año en promedio, lleva más tiempo compensar la huella inicial de carbono de la fabricación de las baterías, apunta Klinger.
Y además está el problema del precio.
Sean Moudry, copropietario de Inspire EV, una pequeña empresa de conversión en los suburbios de Denver, modificó recientemente un Ford Mustang modelo 1965 que estaba destinado al desguace. Su proyecto duró un año y medio, costó más de 100.000 dólares y reveló varios otros obstáculos que subrayan por qué las conversiones no son simples proyectos de “enchufar y usar”.
Moudry y sus socios trataron de poner suficiente potencia en el automóvil como para que quemara las llantas al arrancar en una pista de carreras. Reemplazaron el motor de poca potencia, de seis cilindros a gasolina, con un motor de un Tesla Model S accidentado. También instalaron 16 paquetes de baterías Tesla con un peso total aproximado de 360 kilogramos (800 libras).
La mayoría de los vehículos clásicos, incluido el Mustang, no fueron diseñados para manejar tanto peso ni el alto rendimiento de un potente motor eléctrico. Así que el equipo tuvo que reforzar la suspensión, la dirección, el eje de transmisión y los frenos del auto.
El resultado es un vehículo tipo Frankenstein que incluye el eje trasero de una camioneta Ford F-150 y rotores de una camioneta SUV Dodge Durango, así como frenos de disco y amortiguadores helicoidales más resistentes, tanto adelante como atrás.
Aunque Ford y General Motors tienen o planean producir motores eléctricos independientes que se comercialicen para propietarios de vehículos clásicos, Moudry dice que todavía no es realista que un mecánico casual de automóviles tenga los recursos para asumir un proyecto tan complicado. Debido a esto, él cree que tomará tiempo para que se generalicen las conversiones a vehículos eléctricos.
“Creo que van a pasar 20 años”, conjetura. “Van a pasar 20 años antes de ir a una exhibición de autos y que entre el 50 y el 60% de los autos tengan alguna variante de un motor eléctrico”.
Pero esa realidad podría llegar antes de lo esperado, según Mike Spagnola, presidente y director general de la Specialty Equipment Market Association, una asociación sectorial dedicada a las piezas de repuesto para vehículos.
Subraya que durante la feria anual de SEMA en Las Vegas este otoño, se dedicaron unos 1.951 metros cuadrados (21,000 pies cuadrados) de espacio a los vehículos eléctricos y sus partes. Eso fue un aumento de apenas 232 metros cuadrados (2.500 pies cuadrados) en comparación con la feria de 2021.
Las empresas están desarrollando piezas universales, así como baterías más ligeras, pequeñas y potentes. También están creando componentes de cableado que sean más fáciles de instalar y muchas otras innovaciones. Algunos incluso están construyendo estructuras de vehículos con el motor eléctrico, las baterías y los componentes ya instalados. Los compradores pueden simplemente instalar la carrocería de un vehículo clásico encima del chasis.
“Los primeros en adoptar esto tomaban un Tesla estrellado y le sacaban el motor, los arneses, las baterías y todo eso del vehículo para hallar una manera de calzarlos en cualquier vehículo que quisieran construir”, afirma Spagnola. “Pero hoy en día hay muchos fabricantes que comienzan a fabricar los componentes... Estamos muy entusiasmados con eso”.