ROCCA DI PAPA, Italia (AP) — Los hallazgos de un informe inicial de expertos eran impresionantes: Jean Vanier, el respetado líder católico que creó el movimiento internacional L’Arche para el cuidado en comunidad de personas con discapacidades intelectuales, pervirtió la doctrina sobre Jesús y la Virgen María para justificar sus propias obsesiones sexuales y abusar de mujeres.
El contenido de un segundo informe era aún peor: el movimiento que fundó tenía en su centro una “secta” secreta de carácter místico-sexual, la cual había sido creada con el propósito específico de ocultar las actividades desviadas de la secta de las autoridades eclesiásticas.
Las dos rondas de revelaciones acerca de Vanier y la federación L’Arche (El arca) que fundó han sacudido al grupo hasta la médula, tanto más porque fue la misma L’Arche la que le encargó a expertos independientes que investigaran tras recibir una primera queja de una víctima unos años antes de que Vanier muriera en 2019. Es el caso más reciente de un gigante católico, considerado un santo en vida por sus admiradores y elogiado como un “gran” cristiano por el papa Francisco, que se desmorona ante las revelaciones de que abusó de su poder para explotar sexualmente a mujeres bajo su influencia espiritual.
Líderes nacionales y regionales de L’Arche han estado reuniéndose desde la semana pasada en las colinas de las afueras de Roma, por primera vez desde las revelaciones más recientes, para trazar un camino hacia adelante, ahora que se ha mostrado que su historia oficial es una mentira y su heroico fundador Vanier era un abusador narcisista y delirante. Las emociones aún estaban a flor de piel en un momento en que el personal más dedicado de L’Arche sopesaba la gravedad de los engaños de Vanier y lo que ello significa para el futuro de la organización, según entrevistas con The Associated Press efectuadas durante el retiro.
“Creía en algo, en una visión que luego se te revela y se te dice (que) no es así”, dijo Azucena Bustamante, que supervisa a cinco comunidades de L'Arche en Honduras, México y la República Dominicana. "Me frustra el daño que ocasionó a mucha gente que creyó en esto, y que luego descubre todo lo que me hizo creer. Es una mentira”.
Vanier, ex oficial canadiense y de la Marina Real británica, fundó L’Arche en 1964 en el norte de Francia. En un principio invitó a dos hombres con discapacidad intelectual a que vivieran con él, y luego construyó la comunidad de inspiración católica, de estilo utópico, hasta convertirla en un movimiento internacional que reúne a personas con y sin discapacidades para que vivan juntas bajo un espíritu de respeto mutuo.
Nacido de padres devotos y destacados en la sociedad —su padre fue gobernador general de Canadá_, Vanier halló su vocación tras haber ingresado a una comunidad espiritual, L’Eau Vive (El agua viva), en 1950, la cual fue fundada por un sacerdote francés de la orden de los dominicos, el padre Thomas Philippe.
Según los reportes de investigación, fue en L’Eau Vive donde Vanier cayó bajo la influencia de Philippe y fue iniciado en las prácticas místico-sexuales del sacerdote.
Philippe desarrolló su teología retorcida tras experimentar lo que llamó una “gracia” mística una noche de 1938 en Roma, mientras observaba un fresco de la Virgen María en la iglesia Trinità dei Monti, que se encuentra en la parte superior de la escalinata de la Plaza de España. Con el paso del tiempo, las “gracias” llegaron a involucrar satisfacción sexual con mujeres, algo que Philippe y Vanier justificaban bajo el argumento de que Jesús y la Virgen María estuvieron involucrados en relaciones sexuales incestuosas similares.
El Vaticano fue informado de las prácticas desviadas de Philippe por dos víctimas en 1952, y cuatro años después lo sancionó por “misticismo falso”. La Santa Sede le prohibió ejercer el ministerio en forma pública o privada, ordenó la disolución de L’Eau Vive y le prohibió a sus integrantes volver a constituir la comunidad.
Pero Philippe, Vanier y las mujeres a las que habían manipulado desobedecieron la orden, y se reunían regularmente en secreto, según correspondencia privada y archivos de la Iglesia que apenas recientemente fueron puestos a disposición de los investigadores contratados por L’Arche.
Con el tiempo, Philippe reanudó su ministerio sacerdotal, pues sus superiores dominicos ignoraron las sanciones del Vaticano, y en esa época Vanier, un laico, fundó L’Arche. La comisión investigadora concluyó en su informe de enero que Vanier hizo lo anterior para que fuese una “fachada” que le permitiese ocultar la reunificación del grupo original de L’Eau Vive, a pesar de que también había un compromiso sincero de ayudar a personas que de otra forma habrían sido internadas en instituciones.
Los investigadores identificaron a cuando menos 25 mujeres de las que Vanier abusó, ninguna de ellas discapacitada intelectualmente. Determinaron que las prácticas desviadas de Vanier y Phillippe no se extendieron más allá de la “secta” central en la comunidad original del norte de Francia. Pero sí pidieron que haya vigilancia, especialmente en la forma en que la autoridad y el poder son ejercidos en las más de 150 comunidades de L’Arche en 37 países.
Los directivos de L’Arche han ofrecido disculpas a las víctimas, les han agradecido su valor para denunciar los abusos, y asumieron su responsabilidad por no haberlos detectado con anterioridad. Dijeron que le preguntaron repetidas veces a Vanier en cuanto las primeras víctimas dieron a conocer lo sucedido, y también acerca de lo que sabía en torno a la condena de la Congregación del Santo Oficio a Philippe en 1956, pero indicaron que les mintió.
La historia forense de casi 900 páginas sobre el escándalo es notable. Proporciona tal vez el caso mejor documentado de un fenómeno que ha existido en la Iglesia católica durante siglos pero que sale a la luz pública cada vez más: el de charlatanes espirituales que utilizan misticismo falso para manipular a sus víctimas y abusar sexualmente de ellas.
Un punto significativo es que L’Arche logró obtener un informe que resume el juicio canónico de 1956 a Philippe, en el cual puede verse que el Vaticano tenía amplio conocimiento de las dinámicas de abuso de poder sobre mujeres, décadas antes de que el movimiento #MeToo atrajera atención hacia ello.
Pero los investigadores, provenientes de diversas disciplinas académicas, consideraron que el sigilo con el que el Vaticano manejó el caso de Philippe preparó el terreno para el escándalo de L’Arche. Hallaron que nadie salvo algunos jerarcas en la Santa Sede y en la orden de los dominicos sabían de las desviaciones de Philippe y de las sanciones que se le aplicaron, y fue “precisamente eso lo que le permitió conservar su reputación de santidad y reescribir la historia según le pareció mejor”.
Uno de los principales expertos del Vaticano en la prevención de abusos, el padre Hans Zollner, elogió a L’Arche por su valor “intrépido” en dar a conocer la dolorosa verdad acerca de su pasado, y dijo que la Iglesia ya no puede hacer caso omiso por más tiempo del fenómeno de gurús espirituales que hacen uso indebido de su autoridad.
“Hace algún tiempo no hablábamos del abuso de poder como la causa fundamental de prácticamente todo tipo de abusos, sean sexuales, psicológicos, espirituales”, señaló. “Pero ha quedado claro que esto es algo en lo que tenemos que involucrarnos más”, dijo Zollner, que encabeza un instituto en la Pontificia Universidad Gregoriana que entrena al personal de la Iglesia para prevenir los abusos.
La comunidad de L’Arche en las afueras de Roma era un hervidero de actividad en una semana reciente: después de casi tres años de encierro por la pandemia de COVID-19, el taller de cerámica había reabierto recientemente, voluntarios ayudaban a algunas de las 19 personas que viven allí a decorar canastas de Pascua y el equipo de jardinería estaba ocupado reciclando astillas de madera.
Aquí, un sitio que el papa Francisco visitó en 2016, las revelaciones sobre Vanier y los orígenes de L’Arche han sido un duro golpe para el personal de mucho tiempo, aunque no hay cuestionamientos a las bases de la misión, dijo Loredana Moretti, una veterana de 35 años de la comunidad Il Chicco de L’Arche y que ahora forma parte del equipo de liderazgo.
“Desde luego que la investigación nos causó una gran impresión al principio”, dijo Moretti, y señaló que ahora se percata que Vanier personificaba un tipo de líder carismático: “extremo en lo bueno y en lo malo”.
“Lo que es importante es no idealizar a nadie ni convertirlo en un mito, incluyendo a nuestro fundador. Si hicimos un mito a partir de él, estábamos equivocados”, declaró.
Ese tipo de reflexiones estaban a la orden del día en el retiro de los líderes de L’Arche a poca distancia de allí. Se llevó a cabo en un monasterio remodelado en las colinas que dan al lago de Albano, con vista a la residencia veraniega papal de Castel Gandolfo al otro lado del lago.
Los líderes de L’Arche hacían frente a cuestiones de gran envergadura. Cómo narrar la historia de su fundación, ahora que no sólo versa sobre la ayuda a personas discapacitadas, como Vanier alegaba. Cómo se ejercen el poder y la autoridad, dado el riesgo de que los métodos empleados por Vanier se hayan filtrado a la siguiente generación. Cómo hará L’Arche para seguir adelante con su espiritualidad única, dado que se halló que los escritos de Vanier eran problemáticos una vez que salieron a la luz los detalles sobre su vida secreta.
“Siendo un organismo integral, la pregunta que tenemos es: ¿cómo explicamos nuestra historia ahora? ¿Cómo se ve? Ahora es una historia averiada”, dijo Stacey Cates-Carney, subdirectora internacional de L’Arche. Dijo que las revelaciones han “destrozado” la comprensión que tenía L’Arche sobre sus orígenes.
Ya se han programado auditorías regulares para asegurar que se estén implementando las prácticas de salvaguardia de L’Arche. Hay revisiones en curso con el fin de garantizar que las necesidades profesionales, personales y espirituales del personal estén siendo atendidas adecuadamente. Y por ahora se le ha dado tiempo al personal de L’Arche para que hable y procese las revelaciones.
“Estamos en una etapa de duelo”, dijo Cates-Carney. “Y en el duelo, la gente se mueve a través de ello en forma realmente distinta”.
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