En víspera de reunión UE-Mercosur, acuerdo parece esquivo

BRUSELAS (AP) — Semanas antes de una cumbre entre países europeos y latinoamericanos que se supone debía celebrar un acuerdo comercial largamente demorado, una leyenda sobre la pared de la sede de la UE el jueves demostró por qué aún estaría lejos.

“STOP EU-MERCOSUR”, escribió con letras gigantes el grupo ambientalista Greenpeace en el edificio donde estaban reunidos los 27 ministros de comercio de la UE. Evaluaban las últimas diferencias entre lo que sería un gran acuerdo de cooperación tanto para la UE como el grupo integrado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.

Y además de las objeciones de los ambientalistas fuera del edificio, era evidente que entre los ministros, a pesar de casi 25 años de conversaciones y un “acuerdo de principios” de cuatro años, había complicaciones para la firma final.

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El comisario de Comercio de la UE, Valdis Dombrovskis, trató de encontrar un aspecto positivo en la situación al decir que la cumbre del 18-19 de julio sería “un hito muy importante para esas negociaciones”, sin llegar a decir que habría un acuerdo.

Las objeciones pendientes eran muy claras.

“Francia ha puesto condiciones extremadamente claras. Debe señalarse que, a esta altura, no se las ha cumplido”, dijo el ministro de Comercio francés Olivier Becht.

Al igual que Francia, Irlanda tiene grandes intereses agrícolas que defender frente a las importaciones sudamericanas baratas. Su ministro de Comercio, Simon Coveney, también respondió con evasivas sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo antes de la cumbre.


Sostuvo que el reto principal era “garantizar que no haya un trastorno comercial significativo para nuestros productos cárnicos que se venden en la Unión Europea. Irlanda es el mayor exportador de carnes del hemisferio norte”.

Desde luego, no es eso lo que inquieta a Greenpeace, según la cual el acuerdo propuesto significaría un fuerte aumento del uso de pesticidas producidos en la UE.

“Reclamamos que se detenga totalmente este acuerdo comercial tóxico. Para que fuera sustentable, debería ser totalmente renegociado”, dijo Lis Cunha, activista de Greenpeace Comercio.

“Tal como la carne, como los pesticidas, como los autos con motores de combustión interna, mientras el acuerdo promueva estos productos, no tiene el menor sentido”, dijo Cunha. “Es un mal acuerdo. Es un desastre para la naturaleza y el clima”.

El mes pasado, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva viajó a España para tratar de promover el acuerdo.

Su aprobación significaría la integración de un mercado de alrededor de 800 millones de personas, la cuarta parte del producto bruto mundial y comercio bilateral de bienes y servicios por valor de más de 100.000 millones de dólares. El acuerdo reduciría los aranceles aduaneros y facilitaría el acceso de los exportadores agrarios sudamericanos al mercado europeo, así como el de los fabricantes europeos a los países del Mercosur.


Brasil y España ejercerán la presidencia de sus bloques respectivos en julio y los dos quieren el acuerdo. En la UE, la elección de Lula después de la presidencia de Jair Bolsonaro ha generado esperanzas. Bolsonaro quitó poderes a las autoridades ambientales, alentó la minería ilegal de oro en zonas indígenas y supervisó un aumento de la deforestación a su tasa más alta en dos décadas.

“Entendemos que la situación ha cambiado mucho del lado del Mercosur, y tenemos, por ejemplo, en Brasil un gobierno que está muy comprometido con la defensa del ambiente”, dijo la secretaria de Comercio española Xiana Méndez Bertolo.

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