Artistas visuales luchan contra empresas de IA para proteger su obra

NUEVA YORK (AP) — Las pinturas en acrílico y acuarela de Kelly McKernan son atrevidas y vibrantes, y a menudo presentan figuras femeninas en verdes, azules, rosas y morados brillantes. El estilo, en palabras de la artista, es “surrealista, etéreo… aborda la incomodidad en el viaje humano”.

La palabra “humano” tiene una resonancia especial para McKernan en estos días. Aunque siempre ha sido un desafío ganarse la vida como artista visual (y la pandemia empeoró las cosas), McKernan ahora ve una amenaza existencial proveniente de un medio que definitivamente no es humano: la inteligencia artificial (IA).

Ha pasado aproximadamente un año desde que McKernan, que se refiere a sí misma como elle, comenzó a notar imágenes en línea inquietantemente similares a su propio estilo que aparentemente se generaron al ingresar su nombre en un motor de inteligencia artificial.

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McKernan, de 37 años, quien vive en Nashville y crea obras de arte e ilustraciones digitales, se enteró de que empresas estaban introduciendo obras de arte en sistemas de inteligencia artificial utilizados para “entrenar” a los generadores de imágenes, algo que alguna vez sonó como una extraña película de ciencia ficción pero que ahora amenaza el sustento de los artistas en todo el mundo.

"La gente me etiquetaba en Twitter y yo respondía: ‘Oye, esto me hace sentir incómode’. No di mi consentimiento para que mi nombre o mi trabajo se usaran de esa manera’”, dijo la artista en una entrevista reciente, cuyo brillante cabello azul verdoso refleja su obra. “Incluso me comuniqué con algunas de estas compañías para decirles: ‘Oye, soy une pequeñe artiste, sé que no estás pensando en mí en absoluto, pero sería genial si no usaras mi trabajo de esta manera’. Y, sonaron grillos, absolutamente nada”.

McKernan es ahora una de tres artistas que buscan proteger sus derechos de autor y sus carreras demandando a los fabricantes de herramientas de inteligencia artificial que pueden generar nuevas imágenes cuando se les ordena.

El caso espera una decisión de un juez federal de San Francisco, que ha expresado algunas dudas sobre si las empresas de inteligencia artificial están infringiendo los derechos de autor cuando analizan miles de millones de imágenes y escupen algo diferente.


“Aquí somos David contra Goliat”, dice McKernan. “Al final del día, alguien se está beneficiando de mi trabajo. Ayer debía pagar el alquiler y me faltaban 200 dólares. Así de desesperadas están las cosas en este momento. Y simplemente no me siento bien”.

La demanda puede servir como un indicador temprano de lo difícil que será para todo tipo de creadores (actores de Hollywood, novelistas, músicos y programadores informáticos) impedir que los desarrolladores de inteligencia artificial se beneficien de lo que los humanos han creado.

El caso fue presentado en enero por McKernan y sus colegas artistas Karla Ortiz y Sarah Andersen, en nombre de otros como ellas, contra Stability AI, el creador con sede en Londres del generador de texto a imagen Stable Diffusion. La denuncia también nombra a otro popular generador de imágenes, Midjourney, y a la galería en línea DeviantArt.

La demanda alega que los generadores de imágenes de IA violan los derechos de millones de artistas al ingerir enormes cantidades de imágenes digitales y luego producir obras derivadas que compiten con los originales.

Las artistas dicen que no se oponen intrínsecamente a la IA, pero no quieren ser explotadas por ella. Presentaron una demanda colectiva por daños y perjuicios y una orden judicial para impedir que las empresas exploten obras artísticas sin consentimiento.

Stability AI declinó hacer comentarios. En un expediente judicial, la compañía dijo que crea “imágenes completamente nuevas y únicas” utilizando indicaciones de palabras simples, y que sus imágenes no se parecen o rara vez se parecen a las imágenes de los datos de entrenamiento.


“La IA de Stability permite la creación; no es una infracción de derechos de autor”, dijo.

Midjourney y DeviantArt no respondieron solicitudes de comentarios enviadas por correo electrónico.

Gran parte de la proliferación repentina de generadores de imágenes puede atribuirse a una única y enorme base de datos de investigación, conocida como Red Abierta de Inteligencia Artificial a Gran Escala, o LAION por sus siglas en inglés, dirigida por un maestro de escuela en Hamburgo, Alemania.

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El profesor Christoph Schuhmann dijo que no se arrepiente del proyecto sin fines de lucro, que no está incluido en la demanda y que ha escapado en gran medida a los problemas de derechos de autor al crear un índice de enlaces a imágenes de acceso público sin almacenarlas. Pero el educador dijo que entiende por qué los artistas están preocupados.

“En unos años, todo el mundo podrá generar cualquier cosa: vídeos, imágenes, texto. Cualquier cosa que puedas describir, puedes generarla de tal manera que ningún humano pueda notar la diferencia entre el contenido generado por IA y el contenido generado por humanos profesionales”, dijo Schuhmann en una entrevista.

La idea de que tal desarrollo es inevitable – que es, esencialmente, el futuro– estuvo en el centro de una audiencia en el Senado de Estados Unidos en julio en la que Ben Brooks, jefe de políticas públicas de Stability AI, reconoció que los artistas no reciben pago por su trabajo o imágenes.

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“No existe ningún acuerdo”, dijo Brooks, cuando la senadora demócrata de Hawái Mazie Hirono le preguntó a Ortiz si alguna vez los fabricantes de IA la habían compensado.

“Nunca me han preguntado. Nunca me han acreditado. Nunca me han pagado ni un centavo, y eso es por el uso de casi la totalidad de mi trabajo, tanto personal como comercial, senadora”, respondió.

Se podía escuchar la furia en la voz de Ortiz, también de 37 años, de San Francisco, artista conceptual e ilustradora de la industria del entretenimiento. Su trabajo ha sido utilizado en películas como “Guardians of the Galaxy Vol. 3” (“Guardianes de la Galaxia Vol. 3”), “Loki”, “Rogue One: A Star Wars Story” (“Rogue One: Una historia de Star Wars”), “Jurassic World” y “Doctor Strange”. Ella fue la responsable del diseño del vestuario de Doctor Strange.

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“Somos una especie de trabajadores manuales dentro del mundo del arte”, dijo Ortiz en una entrevista. “Proporcionamos imágenes para películas o juegos. Somos las primeras personas en intentar averiguar cómo se ve una imagen. Y eso proporciona un modelo para el resto de la producción”.

Pero es fácil ver cómo las imágenes generadas por IA pueden competir, afirma Ortiz. Y no es simplemente una posibilidad hipotética. Ella ha sido parte de varias producciones que han utilizado imágenes de IA.

“De la noche a la mañana es una industria de casi mil millones de dólares. Simplemente tomaron nuestro trabajo y de repente vemos que nuestros nombres se usan miles de veces, incluso cientos de miles de veces”.

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En agosto, en una victoria al menos temporal para los artistas humanos, otro juez federal confirmó una decisión de la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos para negar el intento de registrar con derechos de autor una obra de arte generada por IA.

Ortiz teme que pronto se considere que los artistas son demasiado caros. ¿Por qué los empleadores pagarían los salarios de los artistas si pueden comprar “una suscripción mensual por 30 dólares” y generar algo?

Y si la tecnología es tan buena ahora, ¿cómo será dentro de unos años?

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“Mi temor es que nuestra industria se vea disminuida hasta tal punto que muy pocos de nosotros podamos ganarnos la vida”, dice Ortiz, anticipando que a los artistas se les asignará simplemente la tarea de editar imágenes generadas por IA, en lugar de crearlas. “Las partes divertidas de mi trabajo, las cosas que hacen que los artistas vivan y respiren, todo eso se subcontrata a una máquina”.

McKernan también teme lo que está por venir: "¿Tendré siquiera trabajo dentro de un año?”.

Por ahora, ambas artistas se están lanzando a la batalla legal, una lucha que se centra en preservar lo que hace humanas a las personas, dice McKernan, cuyo perfil de Instagram dice: “Abogo por los artistas humanos”.

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“Eso es lo que me hace querer estar vive”, dice la artista, refiriéndose al proceso de creación. Vale la pena librar la batalla “porque eso es lo que es ser humano para mí”.

O’Brien reportó desde Providence, Rhode Island.

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