El primer ministro británico, Rishi Sunak, ha anunciado que cancela el proyecto HS2 para unir Londres con Manchester mediante trenes de alta velocidad ante la espiral de costes que han disparado la factura inicial desde los 33 mil millones de libras (más de 730 mil millones de pesos) hasta los 71 mil y 98 mil millones de libras (82 mil 069-113 mil 278 millones de euros).
El trazado debía cubrir con 530 kilómetros de vías la distancia entre la capital británica con una de las principales ciudades del norte de Inglaterra, se ha visto reducido a la mitad por los costes imprevistos y la inflación, que han encarecido varias veces la infraestructura respecto a las estimaciones iniciales.
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Las vías de lo que sus impulsores calificaron del “mayor proyecto de infraestructuras de Europa” solo estarán habilitadas para los convoyes de alta velocidad hasta Birmingham, mientras que el trecho hasta Manchester será de tipo convencional.
El ramal que alcanzará la primera ciudad debería haber estado listo en 2026, pero no se prevé que culmine hasta 2033. De su lado, el tren a Manchester, de haber seguido adelante, no habría llegado hasta 2041.
“Hemos puesto fin al drama del HS2 y, en su lugar, nos embarcaremos en una reinversión nacional a gran escala”, ha asegurado Sunak ante la conferencia anual del Partido Conservador en referencia a los nuevos proyectos que se financiarán a nivel local y que incluyen un potencial enlace de alta velocidad entre Manchester y Liverpool o la electrificación de los ferrocarriles en Gales.
El objetivo del HS2 era revitalizar la zona norte de Inglaterra y había sido abanderado por los cinco predecesores de Sunak en el cargo, incluido Boris Johnson, que concedió al plan un papel central de cara a las elecciones generales de 2019 y en las que se logró convencer a muchos votantes laboristas de que escogiesen la papeleta ‘tory’ en aquellos comicios.
Por otra parte, el presidente de la Confederación de la Industria Británica, Rain Newton-Smith, ha rechazado la decisión adoptada por Sunak, ya que “manda una señal perjudicial sobre el estatus del Reino Unido como destino global inversor”.