Para leer con: “Shadow Play”, de Rory Gallagher
El Dr. Richard Davidson —una de las 100 personas más influyentes del planeta según la revista Time— ha puesto su talento y estudios al servicio de la investigación del bienestar en el ser humano, visto desde las emociones y el cerebro.
Desde que desarrollaba sus estudios doctorales en la Universidad de Harvard, lo inquietaba una pregunta: ¿por qué unas personas se ven menos afectadas por los estímulos de la vida cotidiana, que otras?
El científico, quien llenó la cabeza de sensores a Matthieu Ricard y lo declaró “el hombre más feliz del mundo”, es contundente al decir que el bienestar es una habilidad que se entrena. Por eso hay personas que se ven afectadas de manera distinta a estímulos como pérdidas, daños o declaraciones de políticos.
De ahí surge el concepto de resiliencia —la capacidad para asumir y superar circunstancias adversas— el cual está fundamentado en la práctica de la presencia de la atención sin expectativa ni distracción. Algo que tendría que operar como las llantas en un automóvil, pero que hoy necesita un indicador, como el del nivel de gasolina.
La seducción de estar en otra parte
Octavio Paz creía que la distracción era la atracción por el reverso de este mundo. Al hacer del despiste un lugar interesante, Paz nos deja al amparo del piloto automático como respuesta a la experiencia cotidiana.
“Respuesta automática”, corregiría Davidson, quien no pierde oportunidad cuando le prestan un micrófono, para señalar la paradoja de estar con vida: “nos olvidamos de ello y nos perdemos en distracciones por hábito”. Pero aún así —y por gracia del contexto— los talentos de Octavio Paz y de Richard Davidson se desenvuelven con un rasgo lúdico que añade soltura a sus respectivas propuestas.
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Si el reverso de este mundo invita a desplegar el extraño arte de saber estar, tanto la curiosidad que exalta Paz, como la atención viva que enarbola el Dr. Davidson tienen cabida en un ser ingenioso, curioso, divertido, pero libre de una distracción de la experiencia presente: la posibilidad de ser tú y dar cuenta constante de ello y de tu experiencia.
Así lo pensó William James, el padre de la Psicología contemporánea: “aquello que atiendes es tu realidad”.
No parece necesario crear un nuevo oficio para acceder a estas posibilidades. Solo requieren una intensidad que aparenta aún no ser descubierta por la generalidad: se trata de la construcción de un hábito y su disciplina para mantenerlo vigente.
El cultivo de estados mentales y emocionales entrenados hace, por un lado, personas funcionales y no víctimas de procesos habituales y automáticos.
Explorar el universo cotidiano invita a una conquista por encima de fronteras o bienes materiales, no se diga de trofeos y elementos acumulables en un álbum o vitrina. En un ambiente en el que la distracción es cosa de todas las horas, enfocar la atención y resistir el olvido representa la base para cultivar otras habilidades y detectar limitaciones.
Cada instante es una oportunidad para nutrir el sentido crítico, alimentar la curiosidad y dar cuenta viva de cada pedazo de esta trama, entendida también como una historia personal, misma que puede servir de pretexto, en cualquiera de sus pasajes y episodios cotidianos para sostener la experiencia fresca, consciente y libre de distracción.