¿Y si dejamos de nutrir a la violencia y empezamos a fomentar activamente la paz? Con impulsar comportamientos que vayan en contra de cualquier agresión bastaría para que viéramos un cambio inmediato en nuestra convivencia diaria.
Insistir en denunciar cualquier evento que altere la paz y la tranquilidad que merecemos es uno de varios pasos; reivindicar derechos y condenar cualquier actitud contraria al entendimiento y a la armonía social son otros que podemos aplicar ahora mismo y ampliarlos a espectáculos y a manifestaciones públicas que, ya lo vimos, pueden ser al mismo tiempo escenario de las peores formas de violencia o de protestas que se conduzcan de manera respetuosa, sin perder firmeza en sus reclamos.
Otra vez, en el caso de lo ocurrido en el estadio de futbol Corregidora, observamos los componentes básicos de una agresión a gran escala: la confusión entre rivalidad y enemistad, el uso de la fuerza para atacar a otros y el abuso en el consumo del alcohol como detonador.
En muchas ocasiones me preguntan qué podemos hacer nosotros, las y los ciudadanos, para que la violencia disminuya, comparto de nuevo algunas acciones inmediatas.
¿Tienes un arma en casa, en el auto o la traes contigo? Entrégala de inmediato. Nada bueno llega de portar un arma (más sin permiso) y pensar que con eso vas a proteger a tu familia y a ti. Eso es falso. Las armas son instrumentos para agredir y no tienen ningún otro uso cuando están en manos de personas que no saben emplearlas.
Cientos de personas pierden la vida en rencillas, crímenes pasionales y riñas motivadas por disparos hechos al calor de una agresión y del abuso del alcohol. Evitarlas haría una diferencia muy importante en la seguridad del país, porque no tienen nada que ver con el crimen organizado.
¿Conduces a diario sin respetar las normas de tránsito? No es necesario confesarlo en este momento, pero es difícil pensar que alguien no lo haya hecho, aunque me refiero a ese mal hábito de manejar un auto estresado o con la idea de que son los demás los que tienen que cuidarse de uno al estar detrás de un volante. El tráfico en nuestras ciudades puede que sea peor y una de las razones es que nosotros no nos hemos vuelto mejores conductores.
Miles de incidentes de tránsito al año se transforman en agresiones directas sin sentido y es un patrón que se repite en cada ciudad de la República. Podemos hacer mucho contra la violencia tan solo con actuar de manera distinta cuando alguien nos cierra el paso o cambia de carril sin avisar, más cuando hubo un “alcance” o “choque laminero” que pueden resolverse hablando.
¿Bebes demasiado y pierdes el control? Durante la pandemia aumentamos nuestro consumo de alcohol como en pocos momentos. Beber al mediodía se hizo casi una práctica del teletrabajo y una costumbre a la hora de la comida de lunes a viernes. Las razones para justificarlo iban desde el alivio del estrés por la incertidumbre del encierro, hasta una nueva modalidad de home office que competía con estar en ropa de cama de la cintura para abajo y saco y corbata ante la cámara.
El problema ha sido que el consumo de alcohol ha derivado en violencia doméstica, vecinal y en enfrentamientos en vía pública, que antes se reservaban para el fin de semana (lo que tampoco los hace correctos), en un conflicto de todos los días.
Ahora que hemos recuperado movilidad y que las oficinas públicas y privadas regresan a un esquema mixto de presencia, mantener un alto consumo de alcohol y luego salir a las calles se convierte en un riesgo constante de provocar las riñas que mencioné y que terminan en agresiones y tragedias cuando se le suma un arma o un vehículo.
Cambiar estos malos comportamientos: tener un arma, conducir sin respetar las normas de tránsito y beber con moderación, podrían representar hasta una disminución del 40% de la violencia que vivimos en las calles. Podemos pensar que el porcentaje es exagerado, solo propongo que lo intentemos como sociedad y veamos cuáles podrían ser los resultados. Estoy seguro de que nos vamos a sorprender.