El año en curso ha sido uno de los capítulos más sangrientos para la historia de México y sobre todo para el gremio periodístico, el miedo de ejercer la profesión de los que están y el sufrimiento e impunidad para los que ya no, es una constante del día a día en la labor periodística. Esta ola de violencia ha sido permitida por el inquilino de Palacio Nacional, en donde las agresiones contra las y los periodistas se ha convertido en una violación sistemática a los derechos humanos y a la libertad de expresión que incluso les cuesta la vida.
En apenas el primer trimestre del 2022 han sido asesinados 7 periodistas, en otras palabras, en promedio dos periodistas al mes. Esta cifra se suma al total de 55 homicidios de periodistas en el sexenio de López Obrador según la Unidad para la Defensa de los Derechos Humanos de la Cámara de Diputados por sexenio, género y año. En un país donde el mecanismo de protección a periodistas no es garantía de vida y donde las fuerzas del Estado se han visto rebasadas por la corrupción, amenazas e impunidad que están presentes en México, las y los periodistas ya no están seguros en territorio nacional.
Debemos precisar por qué es tan complejo ejercer el periodismo y cómo López Obrador le ha dado la espalda al gremio dejándolos a su suerte entre el narcotráfico y los gobiernos que censuran la verdad. El tabasqueño ha mantenido una política de seguridad débil e insuficiente, en donde integra a las actividades civiles al cuerpo militar, pero deja a la deriva la protección a la población y sobre todo a un sector que deja su vida en nombre de la búsqueda de la verdad.
Las razones que les han costado la vida a los periodistas ejecutados abarcan un gran número de posibilidades: José Luis Gamboa cubría temas de inseguridad y temas políticos, Margarito Esquivel se concentraba en fotografía especializada en seguridad y policiacos, Lourdes Maldonado a pesar de rogar por su vida, fue asesinado afuera de su casa mientras denunciaba injusticias laborales relacionadas a la política, Roberto Toledo perdió la vida en Zitácuaro en uno de los estados que se encuentran sumidos en una crisis de inseguridad, Heber López fue ejecutado a tiros en Oaxaca cerca de su domicilio, Jorge Camero, por su parte, trabajar cercano a un alcalde le arrebató la vida en el gimnasio donde entrenaba y por último Juan Carlos Muñiz de la misma manera con un nivel de violencia alarmante fue asesinado.
Nada nos gustaría más que verdaderamente fuese el último de los casos que va a contabilizar esta nación. Sin embargo, debido a la postura de López Obrador sabemos que la violencia y las agresiones en contra de los comunicadores no cesa, no están seguros ni en paz.
Hacer valer el derecho a la libertad de expresión se ha convertido en una profesión extremadamente peligrosa que los coloca como objetivo de los políticos corruptos y el narcotráfico que se encuentra con más poder que nunca antes. México se coloca como el país más mortífero para ejercer el periodismo solo detrás de los territorios reconocidos como zona de guerra.
Están pagando las consecuencias del olvido de la seguridad y de que el tabasqueño está acostumbrado a ocultar la verdad y mentir para lograr sus objetivos por lo que la difusión de la verdad para él es un tema que no le interesa, que incluso le afecta; los corresponsales batallan día a día con la opacidad y en su honorable labor están siendo víctimas de la criminalidad.
Por todo esto al presidente y adeptos les duele que el Parlamento Europeo se manifieste sobre la situación de los periodistas y defensores de derechos humanos y determina a nuestro país como el lugar más peligroso para ejercer el periodismo. Por eso la respuesta tan elemental y poco diplomática escrita por el mismo presidente. La realidad es que tenemos en la silla a un personaje que jamás admitirá lo que verdaderamente pasa en México.
Y por si fuera poco desde Palacio declaró una cifra errónea respecto al total de fallecimientos en el año de los articulistas, exigimos respeto por su memoria y hacemos énfasis en la importancia de hacer justicia, esclarecer los casos y proteger a los redactores que siguen en peligro. Al tiempo…