El crimen de violencia sexual ha tenido siempre tres aliados: el silencio, el miedo y la impunidad, y son estos tres lo que permiten que los agresores vivan cometiendo este delito.
Por supuesto que no son los únicos aliados, hay más, pero sin estos tres el crimen de violencia sexual desde hace mucho años hubiese encontrado justicia para las víctimas y castigo para los agresores.
Actualmente en nuestro país lejos de tener un destino mejor para millones de niñas y adolescentes cada día tenemos más crímenes de violencia sexual. Se estima que más de cinco millones de niñas y niños, principalmente niñas, son víctimas de violencia sexual.
Con la pandemia quedó demostrado que muchos de los hogares se convirtieron en verdaderos infiernos, en donde miles de niñas, niños y adolescentes sufrieron violencia en todas sus expresiones por parte del victimario llamado papá, hermano, tío, abuelo, amigo de la familia, vecino.
Todos los agresores sexuales cuentan con el miedo, el silencio y la culpabilidad de la víctima, cuando culpa ninguna tiene y toda ella corresponde al adulto. Al adulto que abusa de su poder con toda alevosía y ventaja para amedentrar, destruir, corromper y matar prácticamente en vida.
Por eso en el Senado aprobamos una reforma para la no prescripción de los delitos de violencia sexual, misma que se encuentra en la Cámara de Diputados, con la intención de que si pasan 10, 20 o más de 30 años, la víctima pueda denunciar a su agresor y tener justicia.
Las leyes en México son laxas para el victamario, y son terribles para la víctima, empezando por la brutal revictimización que viven al denunciar, sobre todo, cuando la víctima es una niña o niño a los que no se les cree.
La sociedad debería ser una aliada de las víctimas cuando denuncian, y no actuar de manera cruel cuando deciden romper el silencio. Todas las recriminaciones deberían ser para el agresor no para la víctima.
Reconozco el valor de Sasha Sokol y de todas las mujeres que han decidido romper el silencio y denunciar, porque hasta ahora hemos ido entendiendo entre lo que es un crimen de violencia sexual con lo que es que alguien te ame y proteja. Yo me solidarizo con todas ellas.
Tenemos que fortalecer los sistemas de prevención, de educación en todos los sentidos, tenemos que creerles a las niñas, niños y adolescentes. El principio fundamental es el “yo sí te creo”.
Es indispensable y urgente acabar con la normalización de la violencia sexual para así evitar que este delito siga creciendo. Es momento de trabajar como Estado mexicano para que los agresores sexuales no cometan este delito con total impunidad, sobre todo, cuando se sabe que violentan por lo menos 60 veces en su vida.
Es tiempo de romper el silencio, de acabar con la impunidad, de la prevención, de creerles a las niñas, niños y adolescentes. Es tiempo de hacer justicia, de que el criminal vaya ante la justicia sin importar cuánto tiempo pasó desde que violentó sexualmente a un menor.
Cuando se destruye la vida de un niña, niño o adolescente, se destruye también al adulto en el que se convertirá, no más silencios cómplices.