Los grandes y complejos retos que atraviesa la humanidad actualmente pueden considerarse un gran reloj despertador para nuestra experiencia colectiva e individual. No son los mejores tiempos para quedarse dormidos, ni siquiera para adormecerse.
Tenemos, hoy más que nunca, que encender nuestros sensores más finos desde nuestra guía interna más sabia y neutral. Visualice la realidad como una pantalla en la que se proyecta todo lo que decimos, por medio del software que es el poder espiritual invisible que opera y hace posible la manifestación de nuestras palabras.
Este poder es la Mente Infinita, o la Inteligencia Suprema, que las recibe, las acepta, obra sobre ellas y las produce. Este poder a nuestro alrededor sabe y entiende todas las cosas y funciona como un suelo espiritual que recibe la semilla de nuestros pensamientos y palabras, y comienza generar todo alrededor de ellos hasta proyectarlos a nuestra realidad.
Es decir, lo Divino crea con la palabra, así que debemos aprender a ser conscientes de lo que estamos creando por medio de las palabras, y de esta manera poder hablarlas con autoridad y conciencia para lo que deseamos ver manifiesto en nuestras vidas. La palabra es el punto de partida de todo lo que vemos.
“En el principio era el Verbo”. Esta gran subjetividad universal, creadora, receptiva, neutra, impersonal, siempre recibe las señales de nuestros pensamientos, y no tiene otra opción que operar directamente sobre estos, creando de esta forma todo para nosotros. Al hablar, estamos plantando las semillas de nuestros pensamientos en este campo fértil en el que, si plantamos buenas semillas, debemos tener la fe completa de que realmente crecerán y darán buenos frutos.
Nuestra parte en este proceso de cristalización únicamente es poner las palabras correctas en acción, cuyos resultados corresponderán a las leyes universales. La realidad es lo que es, sin embargo, obtenemos lo que somos y lo que somos es nuestra conciencia. Por esto es que la idea de expandir la conciencia es tan importante, pues al hacerla crecer o despertarla, nuestro bien aumenta.
Nuestra vida de hoy es el resultado de las palabras que pronunciamos, consciente o inconscientemente, ayer. Las palabras que pronunciamos hoy son las leyes que rigen nuestra vida mañana.
Nada sucede por casualidad, pues todo es ley y su orden. De alguna manera, cada uno de nosotros creamos nuestras propias leyes al pensar y al hablar. Aunque a veces en entornos tan caóticos cueste trabajo creer que tenemos derecho a tener en este mundo todo lo que hiciera posible una vida hermosa, cómoda y lujosa, esto es verdad.
Sencillamente observe usted la abundancia ilimitada presente en la naturaleza dada por nuestro amoroso y generoso Creador que no quiere otra cosa que darnos su abundancia ilimitada e incesante. Necesitamos aceptar la verdad de que todos tenemos derecho a las cosas hermosas y maravillosas que nuestro amado Creador ha puesto en esta Tierra.
Nuestro suministro ilimitado y permanente viene de la Divinidad, y para que obre en nuestros destinos, podemos simplemente comenzar por bendecir nuestras propias vidas con aquello que pensamos y decimos, y permitir con estos pensamientos y palabras, que la prosperidad fluya desde tantas fuentes de abundancia y con tantas formas de riqueza como sea posible, riqueza de amor, de salud, y de prosperidad, en cada área de nuestra vida. Despierte ahora, y confíe en el poder de su palabra.