A finales de la semana pasada, se dio noticia de que la Junta de Gobierno del Banco de México, por unanimidad, tomó la decisión de incrementar su tasa de referencia en 0.75 puntos porcentuales, tal como estaba previsto, siendo el incremento individual más elevado desde 2019, aunado a que el INEGI dio a conocer que en la primera quincena de junio la inflación anual fue de 7.88 por ciento, la más alta hasta ahora en este ciclo inflacionario.
Destaco que, según información y previsión del propio Banco Central, habrá una mayor inflación para los próximos meses, pues considera que el punto más elevado llegará en el tercer trimestre del año con un 8.1 por ciento.
Lo anterior, tiene fuertes consecuencias y efectos en la sociedad mexicana, pues se han encarecido de manera muy considerable los productos alimenticios de primera necesidad (alza de casi 12 por ciento), particularmente en productos agropecuarios que crecieron por arriba de 14 por ciento.
El incremento en los precios de los bienes y servicios en el país que, sin duda, afecta más a los hogares con menores niveles de ingresos, a las familias que perciben $3 mil 313 al mes, en promedio, el incremento en el precio de su canasta de consumo es de 8.74% anual.
Aquellos con menores recursos dedican una mayor proporción del gasto al consumo de productos básicos, que muestran mayores incrementos en precios.
En este sentido, considero que, si no es posible cambiar la estrategia para combatir la inflación, pues es inevitable que siga en aumento, como lo refiere el Banco de México, nuestro gobierno debe implementar estrategias, sobre todo debe trabajar en la inversión privada y en la generación de empleos para que, de manera aparejada, se logre disminuir sus efectos en los bolsillos de las y los mexicanos.