Opinión

¿Me equivoqué?

El trabajo de la mente es pensar, así que nunca podremos detenerla

“No sé si habré hecho bien” “no sé si tomé la decisión correcta” “creo que me he equivocado mucho con mis decisiones” ¿Le suenan familiares estas frases? Si la respuesta es sí, entonces seguramente ha pasado largos ratos de angustia y hasta desesperación dándole vuelta a estas ideas que se convierten en cámaras de tortura escondidas en nuestras cabezas.

La verdad es que nunca sabremos si la decisión que tomamos fue la mejor, o si podríamos estar en mejores circunstancias si hubiésemos decidido otra cosa. Nunca tendremos la certeza de eso, sencillamente porque no es lo que está ocurriendo.

Perdemos demasiada energía tratando de dar respuesta a estas incógnitas y, en el camino, se nos va la vida en dudas y remordimientos sin sentido. El trabajo de la mente es pensar, así que nunca podremos detenerla, pero sí, cambiar los pensamientos que nos atormentan.

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Recuerde que las emociones siguen a los pensamientos, por esto es que las escuelas espirituales de todos los tiempos, nos enseñan, principalmente, a entrenar los pensamientos hacia la neutralidad.

Todo pasa, todo cambia, y en esta impermanencia debemos aprender a no apegarnos y a no generar aversión. En este caso, podemos llevar a cabo el ejercicio de, en lugar de darle vueltas a las decisiones que ya son un hecho consumado, agradecerle a nuestro Ser por la valentía, el arrojo y las vivencias al experimentar esas decisiones.

Agradecerle porque lo único que realmente podemos tener es aprendizaje por medio de las experiencias.

Cada vez que nos asalten las dudas de este tipo, podemos cambiar los pensamientos hacia la gratitud, con frases como: muchas gracias por lo aprendido de esta experiencia, muchas gracias por el valor de caminar en los momentos difíciles, muchas gracias por haberlo vivido, muchas gracias por permitirme conocer y saber; ahora abrazo e integro en mi corazón lo aprendido y sigo adelante, libre y aún más completo.


Jamás podríamos saber si en otros lugares, con otras personas, en otros tiempos, nos hubiera ido mejor. Aunque ojo, no debemos confundir remordimiento con genuino arrepentimiento cuando reconocemos que hemos cometido actos premeditados que perjudicaron a los demás.

Entre más estemos abiertos a aprender, pasando la etapa de la negación, más rápido pasará la lección. Recuerde que el cerebro izquierdo funciona de forma lineal y lógica, pero la vida también se comprende con el hemisferio derecho, en donde todo se ve de formas muy distintas.

Permítame decirle algo aligerante: así como en la Tierra funciona la Ley de Gravedad, y la gravedad puede traducirse como sinónimo del amor, el aprendizaje para el cual nuestra alma vino a la vida, nos atrae irremediablemente al camino diseñado para cumplir nuestra encomienda.

Ya sea por la vía A, B, o C, el irresistible efecto magnético de aquello que vinimos a aprender, nos mantendrá siempre en el camino.

Así que no desperdicie su valiosa energía en martirizarse, porque es muy seguro que la vida, la realidad, Dios, le ha mantenido y permitido estar en donde está por la simple y sencilla razón de que justo ahí, usted está cumpliendo con su hermosa misión, aunque parezca que no.

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